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Maíz transgénico legal


Ayer 19 de octubre una noticia me dejó sentada. El gobierno mexicano ha dado banderazo y encendido la luz verde - a través de dos permisos- para que se experimente con la siembra de maíz transgénico en Tamaulipas.

Este gobierno no solamente ha demostrado su ineptitud en una guerra contra el narcotráfico, ha incrementado las filas de desempleados, analfabetas y muertos por enfermedades curables, se ha dado vuelo en sus dispendios como si viviéramos los tiempos de don Porfirio y ha avalado y promovido la violación de los derechos humanos que ahora también incluye el derecho a una alimentación saludable y el derecho a una vida digna para la población rural del país.

¿Quién es el beneficiario de estas autorizaciones? Pues ni más ni menos que Monsanto, empresa que no ha escondido su interés por monopolizar la producción de alimentos básicos, como si la alimentación fuera un negocio y no un derecho y una necesidad para subsistir.

Así el gobierno nos pide que apretemos el cinturón para "ayudar a los pobres del país" pero beneficia a un corporativo para que literalmente nos envenene de a poco y para que contamine y acabe con las razas y variedades originales del maíz, el único producto al que aún acceden los muertos de hambre que habitan un campo cada vez más desolado, abandonado y nada productivo.

Si no unimos esfuerzos con quienes están movilizándose para evitar este acto ilegal e irracional y poco compasivo, el maíz transgénico muy pronto estará en nuestras mesas y con eso sepultaremos (con todo lo que eso implica) lo que queda aún de campo mexicano y firmaremos la dependencia alimentaria de multinacionales que poco interés tienen en que comamos bien y sano.

Infórmate, aquí las notas:



Cocina Mestiza


Con la llegada de los españoles a tierras americanas hace más de 500 años, llegaron también animales, frutas y verduras desconocidas por los oriundos. El contacto, la conquista, la asimilación, la sustitución o la fusión (que sin ser sinónimos se pueden utilizar) no se dio únicamente en los ámbitos religioso, político, social y económico. Lo cultural fue obviamente afectado y por ende la comida fue una de las expresiones más intervenidas.

Los aztecas ya contaban con una cocina completa a base de maíz, frutas, verduras, hierbas y carnes más bien blancas (la revista Arqueología Mexicana dedicó su edición especial 12 al recetario prehispánico). Los españoles trajeron consigo las carnes rojas, muchos de los cereales que ahora consumimos, frutas y verduras conocidas en Asia y África. La inventiva y creatividad de quienes cocinaron echando mano del nuevo conjunto de ingredientes fue infinita y gracias a esto la cocina mexicana es una de las más sabrosas, variadas y conocidas en el mundo.

Se sabe que a los habitantes americanos les gustaba comer bien, tener tiempo para hacerlo y que los banquetes eran comunes entre los sectores más pudientes. Sophie D. Coe, en su libro “Las primeras cocinas de América” (ampliamente recomendable) hace un recuento histórico al respecto de la cocina azteca, maya e inca y nos deja la impresión de que el gusto y el placer por la comida caracterizaron a estas culturas, tanto como a los españoles.

Así no es casual que a la llegada de éstos últimos –y su glotonería- se desarrollara la necesidad de adaptar y hacer comestibles para ellos los ingredientes desconocidos, pero populares y recurridos en el nuevo mundo, para satisfacer las necesidades alimenticias de los conquistadores que estaban tan lejos de unas tierras a las que no pensaban volver.

Entonces quienes pusieron manos a la obra tomaron de lo recién conocido (maíz, tomate, calabaza, aguacate, insectos varios, una interminable variedad de chiles, cacao y vainilla) y lo mezclaron con lo traído de Europa (trigo, garbanzo, arroz, coco, plátano, cerdo, almendras y nueces) creando los sabores, colores y las texturas que sorprendieron a comensales en una época en que la mezcla de chiles y chocolate fue tan exótica como exitosa.

Así el mole, los chiles en nogada, los tamales con sus distintos rellenos, la cochinita pibil, los atoles salados y dulces, el queso relleno, los tacos sudados, los guisados de venado, puerco, armadillo, iguana, guajolote y res, son una muestra de esta intervención y forman parte de las cocinas cotidianas en algunas regiones.

He encontrado que, alejada de purismos, la “nueva” tendencia en la cocina mexicana de autor es justamente hacer lo que las monjas poblanas y los cocineros indígenas hicieron durante la época de la Colonia: cocinar combinando estos ingredientes. Esto se expresa en menús que ofrecen platillos “mexicanos” sustituyendo ingredientes originales por extranjeros o se cocinan platillos extranjeros con productos mexicanos.

Hierba santa rellena de queso de cabra, estofado dulce, frijoles blancos cocidos en leche de coco, cecina en salsa picante con hongo portobello, raviolis de cuitlacoche, lasagna de chiles poblanos, salmón al pastor asado con nopales, flor de calabaza rellena de queso Morbier y sushi con chipotle, son sólo algunos ejemplos. Y ejemplos también sobran en México de restaurantes “fusión” que se han dedicado a sacarle provecho a la variedad de ingredientes nacionales y a explotar sus posibilidades si se combinan con ingredientes ajenos y se cocinan de modos distintos.

Lo que me llama la atención es la aparente facilidad con que estos ingredientes pueden combinar y después lograr aceptación. En otras partes del mundo en donde se goza de cocinas fuertes y tradicionales o incluso de las más bien pobres y poco variadas es difícil encontrar la versatilidad y variedad de combinaciones que hay en varias propuestas culinarias hechas en México. La cocina india poco ha influido a la aburrida cocina inglesa y en la insípida cocina alemana no hay ni un indicio de cocina turca. Los italianos siguen defendiendo su cocina a capa y espada contra la influencia que podría tener la cocina marroquí o la cocina del este europeo. En Europa aún no podríamos hablar de cocina mestiza muy a pesar de la conquista que están haciendo tantas comunidades latinas, africanas y asiáticas que llegan con una enorme riqueza culinaria.

Pero en México la comida mexicana nació mestiza y es anti-purista. Todo lo que se incluye en los menús mexicanos se cocina con ingredientes de ambos lados del atlántico y arriesgar es el verbo de todo cocinero que se preste de innovador.

Una manera de probar una pequeña muestra de este mestizaje culinario es el catálogo de la marca Cocina Mestiza que desde 1993 está ofreciendo moles, salsas, vinagretas, conservas y jaleas. Recetas varias en las que se utilizan ingredientes de muy buena calidad que dan como resultado platillos riquísimos. Sin ser recetas de afamados chefs, la oferta de dicha marca da la base para echar a volar la imaginación y arriesgarse combinando sabores y texturas varias.

Yo ya probé algunas de sus opciones y no podría escoger un sabor sobre otro. El mole verde almendrado combinó muy bien con pescado blanco y una guarnición de calabacitas con elote, mientras que la salsa de cacahuate con chipotle fue riquísima con camarones acompañados de unas papas con pimientos morrones y la salsa de nuez al ajillo la puse en un pastel azteca con pollo. La vinagreta de vino tinto con flor de jamaica se llevó bien con una ensalada de lechugas, sandía y pulpo, mientras que la vinagreta victoria quedó con una mezcla de espárragos verdes, parmesano y tocino. Su botana de cuitlacoche la utilicé para rellenar volovanes y la de setas en adobo la serví caliente en pan ciabatta con queso mozarella derretido. Nada me ha decepcionado y todo a quedado a pedir de boca.

Cuando encuentren los productos de esta marca no duden en comprar lo que sea. Vinagretas, salsas, moles, jaleas o botanas embasadas todo está riquísimo y si no tienen idea de cómo combinarlo o prepararlo pues ¡échenle creatividad!

Seguir conociendo, probando y experimentando con los sabores de la cocina mexicana, que gracias a que es mestiza es tan apreciada y tan sabrosa, es un placer que contribuye a enriquecer y recrear este mundo infinito que es la cocina, un espacio nada parroquial que debemos mantener así…abierto a la imaginación y a la experimentación como lo iniciaron las monjas, los frailes y los cocineros indígenas, para que siga colmándonos pero sobre todo para que siga sorprendiéndonos.

Info: http://www.cocinamestiza.com/