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Mujeres bebamos vino!

En estos días he estado bombardeada por artículos sobre las mujeres y el vino. Nada de particular pues mucho se ha escrito y dicho sobre este dúo que cada vez parece más dinámico.
Bebida antigua y saludable, apreciada por las culturas occidentales, el vino se ha convertido en una pasión femenina, en un gozo y en un objeto de placer.

Actualmente hay un boom de mujeres enólogas, catadoras y sommeliers, que hacen, definen, catan, eligen y opinan de vinos en distintos lugares y que están conquistando espacios en un mundo muy masculino. Algunas prueban, disfrutan y califican, pero otras estudian las cepas, los suelos, los vientos, la humedad y las mezclas para producir sus propios vinos o ayudar a otros a producirlos. De estas mujeres dan cuenta las revistas especializadas en las que colaboran escribiendo o en las que se publica algo sobre la participación femenina en el sector vitivinícola.

Otro aspecto tratado sobre la pareja mujer y vino es el médico. Si bien es cierto que a quienes lo consumimos nos ayuda a activar los sistemas cardiocirculatorio y digestivo, evitar el alza del colesterol y nos proporciona vitamina C y carbohidratos que dan energía, en las mujeres el vino expresa otras propiedades. Además de ser un antioxidante natural que combinado con otros nos puede ayudar a evitar los rasgos de un envejecimiento prematuro, es un afrodisiaco infalible.

Ya parece una certeza (científica) que las mujeres que beben vino tienen una vida sexual más activa. Las propiedades afrodisiacas del vino en el género femenino se han estudiado bastante, tanto, que se llegó a la conclusión de que si, a nosotras el vino nos pone muy apasionadas. Lo que no le sucede a los hombres, a quienes más bien los relaja y apaga –cuando no los duerme-.

Según los resultados de un estudio realizado en el Hospital Santa Maria Nuova de Florencia, en Italia, “el consumo de entre una y dos copas de vino tinto al día incrementan el apetito sexual femenino”. En dicho estudio se cuantificó algo que YO DESCONOCIA que existía: el índice de la función sexual femenina (medida que se toma a través de cuestionarios para evaluar los diferentes aspectos de la función sexual).

Se estudiaron los hábitos y rutinas sexuales de casi 800 mujeres para concluir que las que bebían vino tinto cotidianamente manifestaban un alza de deseo sexual y una vida sexual más activa que quienes no lo bebían. Según otro estudio realizado en la Universidad de La Laguna en España se concluyó que “los países en donde hay un mayor consumo de vino per cápita son aquellos (cuya población) dicen ser los más satisfechos sexualmente”. Tal vez es momento de desmitificar a Brasil y a Cuba y voltear los ojos a Francia o España (Referencia: “Factor Vino & El deseo femenino” en Revista Catadores, núm. 46, junio-julio 2009).

Y como consecuencia (o más bien para complementar la información) el Statens Serum Institute de Copenhague en Dinamarca, realizó una investigación que demostró que las mujeres que beben vino tinto y buscan embarazarse lo logran más rápidamente que las que beben otra bebida alcohólica, o no beben alcohol. No sé si eso tenga relación justamente con lo primero, pues si el vino nos pone en la órbita sexual y nos desinhibe seguramente tendremos sexo más frecuentemente con mayor ahínco y ganas, por lo que habrá más posibilidades de que se logre un embarazo deseado. Porque lo que el estudio no señala es si el vino tiene propiedades particulares que estimulan la fertilidad.

Pero lo bueno del vino tinto es que sus beneficios no terminan cuando las mujeres llegan a una edad en la que sexo no es ni tan frecuente ni tan apasionado (edad a la que yo no quiero llegar, por supuesto). Otro estudio indicó que las mujeres de la tercera edad (de más de 70 años) que beben entre 1 y 7 copas de vino a la semana tenían mejores funciones cerebrales y cognitivas que las que no bebían nunca.

Durante toda la vida beber vino nos beneficia más a las mujeres. Chicas, debemos promover su consumo.

Y aunque el mundo del vino sigue estando regido y dirigido por los hombres, hay mujeres con experiencia y conocimiento a la caza de un lugar en ese universo de expertos. Mujeres que han llegado para contradecir los estereotipos de que hay “vinos para mujeres” -como el rosado, para mí vino de una noche como dicen los franceses-, los tintos suaves o los espumosos y blancos dulces. En México 46% de quienes consumen vino somos mujeres, y en este porcentaje estarán unas que preferimos los vinos potentes, con un ataque complejo, con olores interesantes y colores distinguidos.

No hay vinos para mujeres, señores, lo que tal vez hay son mujeres que no saben beber vino.

Con estos resultados a la vista, pareciera que el vino debería de ser la bebida de las mujeres desde que nos iniciamos en el sexo y hasta que dejemos de existir. Yo no tengo un registro de mi índice de función sexual, pero he comprobado en varias ocasiones que un hombre que llega con una botella de tinto a mi casa para compartirla -y el vino resulta ser uno maravilloso-, ya tiene algo del camino ganado entre la puerta y la cama. El resto es lo que acompaña al vino: la conversación amena, la música agradable, la copa exacta, la luz adecuada y todos esos elementos que forman parte de un ambiente para beber vino, que no deja de ser un ambiente también para el sexo.

El mundo del vino es uno que nos pertenece a las mujeres por cuanto los beneficios que nos conlleva el beberlo –en cantidades moderadas- cotidianamente, para mejorar nuestra vida sexual en particular y nuestra salud en general. Y también por el simple placer de tenerlo en la boca.

El vino es nuestro aliado antes de llegar a la cama, cómplice en la cama y amigo después de haber estado en la cama.

Por eso digo: mujeres, bebamos vino tinto!