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Extraordinary Desserts: en el cielo del centro de San Diego.

En 1988 Karen Kranse abrió la cuna de Extraordinary Desserts acondicionado para diez comensales en la 5ta avenida del barrio de Hillcrest y Balboa Park. Ese mismo lugar ahora puede atender hasta 110 personas sentadas. En 1994 abrió la hermana de esta cuna en la calle Union en la Little Italy. La Kranse, reconocida chef de postres estudiada en Francia, ofrece el postre como plato único, y esa es su apuesta y, por supuesto, su éxito.
Distintos tipos de té, café bien hecho, sorbetos, helados caseros, galletas, tartas, bizcochos, pero sobre todo y absolutamente pasteles increíbles son la oferta del lugar que atrae hordas de golosos y glotones -como yo- en cualquier día de la semana y especialmente por las tardes-noches.
Además de la Patisserie de Pierre Hermé en la Rue Bonaparte de París, no he estado en ningún otro sitio de postres en donde me tome tanto tiempo decidir qué quiero probar. La decisión se complica porque todo lo que está en la vitrina parece una obra de arte, kitsh -por decir menos- pero linda, con frutas, merengues, cremas de colores, nueces de todo tipo y flores naturales y comestibles, que logran que los pasteles parezcan los postres que Marie Antoniette compartía con su séquito, según la visión de Sofia Coppola.
Entre el pastel de chocolate y macadamia, el Marroquí (con mousse de chocolate, pistachos y miel), la Torta Misu (una versión de tiramisu con mascarpone al ron) y el Le Bete Noir (un brulé de vainilla con crema de trufa de chocolate) es casi un martirio decidirse por uno solo. Lo mejor es ir acompañada para poder pedir mínimo dos y probar distintos pasteles. Se piden y pagan en la barra y minutos después un empleado o empleada los lleva a la mesa, decorados y bien presentados junto a la bebida que generalmente es un buen té o un café negro.

Adicta al chocolate y a la cajeta, esta vez me decidí por el pastel de Dulce de Leche (así se llama y así se pide) con tres capas de chocolate hecho pastel, mousse y cobertina, bañado en una salsa de dulce de leche a la sudamericana, que cumplió su cometido: saciarme de chocolate hasta sentirme la mujer más dulce del mundo.

Pero como también me quería sentir tropical en el invierno, probé una segunda opción: el Passion Fruit Ricotta Torte. Este pastel con entre medios de queso ricotta y bañado en una salsa acidita de fruta de la pasión, rebosando kiwis, fresas y plátano, me llevó a un lugar distinto cuando aún ocupaba mi silla en la 5ta avenida en Hillcrest. La fruta de la pasión es una joya en la respostería de todo tipo y con el queso ricotta hace una pareja simplemente espectacular.

No debo decir cómo quedé después de ingerir esos postres, además de tropical y dulce. La Kranse sigue el patrón del Super Size a la gringa, entonces empalagarse o sentirse explosiva sucede en cuestión de minutos. Si las porciones de los pasteles fueran más pequeñas (o yo no fuera una lujuriosa que comparte dos o tres a la vez) los Extraordinary Desserts serían eso: cierres perfectos a una comida o cena, y no un plato en sí mismo que casi te imposibilita a reaccionar después de que los comes, porque simplemente son too much.

Pero yo que aprecio tanto la repostería francesa me sorprendo de lo que Karen Krasne ha logrado en 22 años de endulzar los paladares de san dieguinos y visitantes. Se ha arriesgado a combinar sabores y texturas, técnicas tradicionales y novedosas, y ofrecer presentaciones exóticas y divertidas, lo que que la hacen tener sin duda uno de los mejores menús de postres que yo he visto.
Si anda una por San Diego hay que darse ese lujito -acompañada para compartir uno o dos postres- de tocar el cielo con el paladar y la lengua, aunque después se tenga que regresar.

Para una experiencia extraordinaria: http://www.extraordinarydesserts.com/