miércoles

Tipping the Velvet...abriendo la ostra.

En la primera escena una ola choca contra un grupo de ostras cerradas que están entre las rocas. Luego se ven manos tomándolas, poniéndolas en canastas, llevándolas para después abrirlas y comerlas. Es un pueblo junto al mar en la Inglaterra de finales del siglo XIX. La ostra, de aspecto singular y sabor particular, es una de las cosas que más y mejor remiten a un sexo femenino.

Diré que el inicio es elocuente.

Basado en la novela de Sarah Waters, Andrew Davis adaptó para la BBC Tipping the Velvet, en la cual Nancy Ashley –en primera persona- nos cuenta su historia. En tres capítulos de una hora cada uno Nan, como le dice su familia, nos muestra cómo sintió por primera vez ese “algo” que su hermana le decía que tenía sentir cuando conociera a su príncipe azul. Sólo que Nan ese algo, que no es nada más que sensaciones en el estómago y en la vagina, lo sintió cuando vio por primera vez a Kitty, una cantante de teatro-cabaret cuyo personaje en el escenario era un chico.

Nan no pudo evitar sentir, primero, admiración por esa mujer que parecía tan cómoda vestida de hombre y atracción por su voz y su sensualidad, para después caer rotundamente enamorada, al grado de dejar su pueblo de mar, el negocio de ostras de su familia e irse con Kitty a Londres. De ahí en adelante la vida de Nan dio muchas vueltas, el desamor (Kitty la dejó) no se hizo esperar pero aparecieron entonces otras mujeres que le dieron a Nan elementos diversos y complejos para construirse y asumirse como lesbiana y así enfrentar el mundo.
Además de la historia de Nancy, Tipping the Velvet nos ubica en ese mundo excéntrico y divertido del teatro-cabaret en un Londres liberal en donde las lesbianas contaban ya con espacios de socialización para ir vestidas de hombres acompañadas de mujeres o simplemente lucir sus mejores vestidos de la mano de una persona de su mismo sexo casi siempre más joven. Pero también muestra parte que en ocasiones tienen todas las relaciones: el sometimiento por placer, la dependencia rayando en la locura, la perversión que provoca el extremo apasionado, el papel de la clase y la jerarquía entre mujeres que gustan de mujeres.

Hay en la serie escenas memorables. Una fue cuando Nan abrió un baúl y encontró un juguete que se puso entre el sexo. Era un pene negro de algún material amigable a los flujos femeninos que después introdujo a una mujer bellísima en una lujosa recamara digna de un acto como ese en el que los hombres son imprescindibles. Debo confesar que esa escena me acompañó tiempos extras.

En las tres horas que dura Tipping the Velvet, Nan pasó del sexo por amor al sexo por placer, del enamoramiento a la subordinación, de la sorpresa por el mundo que descubrió al mundo que la toma por sorpresa a ella. En una parte de la serie hubo un momento -que yo leí de lección moral- cuando Nan vagó por las calles sin dinero y sin un alma que le tendiera la mano (¿eso le pasó porque es lesbiana?). Pese a esto, en la última parte de la serie el amor entre mujeres es reivindicado y el final es uno feliz.

Tipping the Velvet es una serie que hay que ver: bien producida, sensual, divertida, con un lenguaje sencillo y ameno que narra sin complejos la iniciación de una mujer en su amor y pasión por otras mujeres. Pocas hay como estas, y es una pena que no se hagan series de este tipo más a menudo.

“Al abrir una ostra hay todo un mundo por descubrir”, dijo Nan cuando inició su narración sentada en la cocina de la ostrería familiar. Al parecer no se equivocó...sería cuestión de ver.

Pd. Es mi recomendación con retraso, más vale tarde que nunca…Gracias I….

Tipping the Velvet
BBC Production