lunes

Encyclopedia of Unusual Sex Practices...

La doctora Brenda Love sabía muy bien lo que iba a publicar cuando estaba recopilando información para un diccionario, devenido enciclopedia, de prácticas sexuales inusuales. Nos iba a dotar de un espejo para ver (nos/as)...si, a ustedes, nosotros/as, todos/as....

El libro, publicado por primera vez en 1992, constituye un texto erudito. No se limita a las fantasías, sueños húmedos e imaginaciones eróticas. El listado de distintas prácticas sexuales nos acerca a algo que es realidad porque ha sido humano. Si, la realidad sexual de muchas personas en este mundo que han decidido que acostarse con personas del sexo opuesto y practicar la posición de misionero no es lo suyo, o que el sexo como lo indican ciertas religiones, tabúes o creencias no es lo que quieren/desean hacer para satisfacerse.

La Dra. Love nos introduce en un recorrido de la A a la Z por los mapas amorosos (término de John Money) que han existido y prevalecido en muchas culturas a lo largo del tiempo. Porque Brenda Love no es una improvisada. Sus conocimientos en sexología con especial interés en fetiches y sadomasoquismo la han hecho un referente sobre las prácticas sexuales inusuales.

Lo que no estoy segura es que la doctora Love haya considerado que el viaje que hace en las casi 750 definiciones de prácticas que enlista, constituyan también un recorrido por la sexualidad permitida y sancionada de toda la historia de la humanidad. Si no lo consideró, hay que hacerlo...este libro constituye por eso un texto indispensable, no sólo para sexológos, sino para todos quienes nos interesamos en el sexo, la sexualidad, sus prácticas...y sus asegunes (por ponerlo de algún modo).

La Enciclopledia la Dra. Love inicia con la A, en donde nos presenta por ejemplo la ACOUSTICOPHILIA, una condición digamos que conocida, -sobre todo si estuvimos con algún músico, dj o beatmaker- que tiene relación con la estimulación a partir de ruidos, agitación, gemidos, gritos y música. La Dra. Love dice que es una condición que no solamente estimula a la persona haciendo el ruido o el sonido, sino que, por supuesto, es un método efectivo de comunicar el placer. Es una manera de expresarle al compañero o compañera por donde hay que seguir. Después de la explicación general, Love sigue con una serie de aclaraciones sobre ciertos géneros de música que han tenido éxito en excitar a los comensales, y cada quien tendrá el suyo. 

En la D encontramos la DENDROPHILIA, que refiere al placer que ciertos hombres, en culturas amazónicas de Sudamérica, experimentan al penetrar árboles, pues son dentro de su cosmogonía símbolos de fertilidad. Lo interesante del hecho es la significación que se le atribuye, pues regresan estos hombres a través de este rito algo de su virilidad a la tierra. 

En la vocal I  encontramos varias definiciones, pero una que llamó mi atención, además de INFIBULATION (investiguen!), fue la de INFANTILISM. Una condición de quien desea ser un infante eterno. Esto es muy interesante porque remite a las chicas que usan el uniforme del colegio para dar una imagen sexuada-inocente de su ser (como si actualmente los infantes fueran inocentes), pero también hace referencia a la idea de mantenerse infantil toda la vida. Entonces esa persona se rasura todo lo posible, viste y calza como si viviera sus años de primaria y actúa como tal. Love señala que esta condición crea una sensación de liberación de responsabilidades a todos quienes no quieren ser adultos. Pero eso se traduce en sexo con infantes, aunque sean de mentiras. Hay quienes gustan de pretender ser los infantes y hay quienes gustan de acostarse con ellos, sabiendo que no lo son, pero que lo pretenden.

La M, una letra que suena linda, incluye varias definiciones. Parece que es muy productiva en lenguas latinas. Encontramos la MAIEUSIOPHILIA que es la excitación que ciertos hombres tienen con mujeres que están embarazadas. "Chicas, no se preocupen por su panza, barriga o enorme abodomen, hay, a la vuelta de la esquina, un hombre que las deseará sin recato". Espero que la MAIEUSIOPHILIA funciona con la pareja de la embarazada.

En la letra P encontramos la PSEUDONECROPHILIA, que es el placer que se experimenta cuando el compañero o compañera sexual FINGE estar muerto o muerta. Si uno creía que la P daba para sorpresas, que tal la O que nos menciona a la OCULOLINCTUS: el placer que experimenta alguien por lamer el globo ocular, o sea el ojo. Dice la Dra. Love que hay que tener cuidado con esta práctica pues el herpes labial se puede trasmitir....al ojo, por supuesto.

Y bueno, brincando a la R, nos encontramos con la RHABDOPHILIA, que es palabras más, palabras menos, el placer que experimentan quienes disfrutan ser humillados y flagelados. Hay una condición de fantasía en esto, pues se puede jugar o pretender que se es humillado. Existen quienes se autoflagelan para producir efectos catárticos...ver ALGOPHILIA y FLAGELLATION.

De la R pasamos a la S. Ahí encontramos varias definiciones, SATAN WORSHIP, SENSORY DEPRIVATION, SEX CLUBS, pero está la SALIROPHILIA que se relaciona al placer provocado por, cito, "probar los fluidos corporales salados de la transpiración". No puedo sino reconocerme en esta definición.

La U nos presenta dos definiciones. Una de ellas conocida. La UROPHILIA, o el placer que se experimenta cuando el coito involucra orines u orinar sobre alguien o ser orinado. La Dra. Love da un par de explicaciones sobre la naturaleza de esta filia. Si se identifican busquen su interpretación. 

Y al final encontramos una Z muy ZOLA. Si sola, porque lo único que la Dra. Love pudo documentar con esa letra es la ZOOPHILIA, que no es sino el placer de los humanos relacionado con los animales. Hecho que parece haber sido práctica sexual de varias culturas antiguas y que ante el advenimiento de distintas religiones se sancionó y convirtió en tabú. No obstante las organizaciones protectoras de animales, hay una cantidad considerable de personas que aún la practican.

Mencioné únicamente diez prácticas sexuales inusuales y el libro de Brenda Love tiene poco más de 750 diferentes definiciones. Algunas, han sido reprimidas (con razón) y moralmente sancionadas e incluso criminalizadas (la PEDOPHILIA, por ejemplo). 

Pero la pregunta que subyace la lectura de esta enciclopedia es ¿dónde está el límite entre las prácticas sexuales normales y las inusuales? Viendo el abanico que presenta este libro pareciera ser que el  y la humano/a conoce poco los límites y ha disfrutado a lo largo de la historia -sin distingo de origen, credo, sexo, o religión- de su cuerpo y los cuerpos ajenos. La investigación de Brenda Love nos aclara que la búsqueda de placer ha sido parte de la historia de la humanidad, la cual se ha hecho con base en prácticas que devienen del universo sin límites de  la fantasía, la imaginación y los mitos. 

Ahora, ¿qué carajos nos ha reprimido tanto?

Brenda Love, Encyclopedia of Unusual Sex Practices, Greenwich Editions, London.

viernes

Con los dedos de una mano

Fue la mañana siguiente de la primera noche que pasamos juntos. Cuando desperté sentí el alcohol en la cabeza y me costó mucho abrir los ojos. Cuando lo hice descubrí una pared que no me pareció familiar. ¿Otra vez Charla?



Voltee a ver quien estaba a mi lado y ahí estaba él. Dormía. Pensé en la noche anterior, en las botellas de vino y en la cena. Terminar así no estaba en mi plan. ¿Otra vez Charla?...Busqué un condón usado dejado por ahí. Al no encontrarlo lo desperté escandalizada.


¿Qué carajos hicimos? Estábamos desnudos y la ropa tirada por toda la recámara como en las escenas de películas que anuncian lo que ya sucedió pero no vimos. Me contestó muy tranquilo que no habíamos hecho nada. Con la cantidad de vino que habíamos ingerido apenas nos podíamos mantener de pie. Le creí. Pero yo tenía una imagen de mi misma con su pene en mi boca que no me podía quitar de la cabeza. No mencioné el recuerdo.


Tomé mi ropa para empezar a vestirme pero no me dejó. Me acercó a él y empezó a besarme. Le dije que tenía que enjuagarme la boca “me huele a Carmenere añejado en tanque de acero oxidado”. Él hizo lo mismo. A pesar de todo, la cabeza no me torturaba con un dolor imposible. Me dijo que el vino que habíamos bebido la noche anterior era uno muy bueno. Si, pero fueron cinco botellas, le espeté en la cara al verlas vacías sobre la mesa.

Aún así mi cuerpo atormentado reclamaba el exceso de alcohol. Me empezó a besar con lentitud y yo sentí esa reacción reconocible que empieza en las terminaciones nerviosas de la lengua y recorre todo el cuerpo para activar los nervios de la vagina. Me gustó su lengua y me gustaron sus labios. Pensé en los años que llevábamos siendo amigos y en los que jamás hubo ni siquiera una mirada de coqueteo (Lo que provoca el acercamiento, el olor a alcohol y una cama cercana!!).

Regresamos a la cama y empezó a acariciarme, uso sus manos y su lengua por todas partes. Cuando podía yo sostenía su pene y le hacía lentos movimientos con la mano derecha. Me humedecí los dedos con saliva para mojarle el glande. Sentí inmediatamente su reacción. Una vez con sus dedos en medio de mis piernas hizo todo lo que pudo con ellos. Rozó lentamente la zona, desde el bajo vientre hasta el ano. Lo hacía con la punta de los dedos, suavemente, para sorpresivamente, por un instante, meterme y sacarme un dedo o dos con más fuerza. Lo hizo varias veces. Después bajó su cabeza y con la lengua me entretuvo como si estuviera buscando todas las terminaciones nerviosas que los clítoris tienen.

No sé si las encontró todas pero estoy segura de que encontró bastantes. Después volvió la mano, o para ser más especifica volvieron los dedos. Entró uno, entraron dos, un tercero acariciaba el camino que se recorre entre la vagina y el ano. Como si hubiera tomado clases con Masters y Johnson, buscaba dentro de la vagina los pequeños espacios húmedos que estimulados en su conjunto provocan espasmos de placer.


Me pidió que me masturbara frente a él. Una petición que no me sorprendió. Se podría pensar que a los hombres nos les gusta que nos demos placer sin ellos, pero hay unos cuya fantasía única es ver a las mujeres con sus propias manos entre las piernas….a esa solicitud nunca digo no.

Me voltee para acostarme sobre mi estómago y masturbarme boca abajo, así él podría acariciarme las nalgas, meterme el dedo en el ano y recorrer sus alrededores. Tuve un orgasmo. Seguí. Pero cuando sentí que necesitaba algo más ancho que dos dedos juntos le pedí que me penetrara. En ese momento el erecto pene que se levantaba de entre sus piernas languideció.


Volvieron la lengua, los dedos, los dedos y la lengua otra vez a la vagina. No me quejé. En la posición en la que me encontraba su sexo me quedaba lejano. Pensé en metérmelo en la boca. Mientras él se entretenía en mi vagina con paciencia de alfarero detallando una pieza de barro húmedo, yo veía como su pene iba otra vez creciendo en tamaño y tomando una forma adecuada que invitaba a su pronta posesión. Sin embargo él no parecía tener interés en dejar mi vagina por un rato.



Cuando finalmente me decidí a pedirle que terminara de una buena vez con esto…(oye es lunes, yo tengo que trabajar, que tanto dedo, que tanta lengua, “que tanto lames y tocas, me vas a secar!” ya llevamos así media mañana, de qué se trata todo esto, ¿qué sorpresa me tienes? ¿un vibrador?). Bueno no se lo dije así en ese tono, pero en uno más tranquilo o con palabras más solicitas: “¿porqué no me LA metes ya?”, fue la frase completa. (LA, porque erecta y firme es femenino lo que relajado y flácido es masculino).



Se retiró del centro. Me miró como si yo fuera una adolescente suplicando que me contara una historia increíble. Entonces me contó una historia increíble, o al menos en ese momento, lo fue.


Me dijo que no podía. Para él la excitación venía de oler y tocar, que sólo así se podía venir. Si yo lo masturbaba sería una ayuda. Me dijo que al querer penetrarme se le ablandaría el miembro, que pocas veces lo lograba y que generalmente nunca terminaba. Le ofrecí mi boca. Tampoco funcionaría porque él prefería las manos: “por eso me gusta ver cuando una mujer se masturba, las manos ahí en su centro, los dedos dentro, el movimiento, la búsqueda, el tacto”. Me dijo que no siempre fue así pero en los últimos años así ha sido. O sea una rareza.

No se si hay una fobia a penetrar vaginas o una filia por tocarlas y lamerlas, pero algo parecido es lo que él tenía. Pensé que sería un buen caso para un sexólogo, un psicólogo y un terapeuta sexual. Todos juntos.

Pero una vez entendida "la condición" no me quedó otra que colaborar. El final llegó tal como le llegaban a él los finales. Con el pene entre mis manos y sus manos y lengua entre mi vagina y ano. Me regó los senos con su semen, que era abundante, como el que deja todo ahí satisfecho y saciado.

Dudé en volver a verle. Sin embargo no tardé en visitarlo nuevamente.

Algunos hombres son egoístas con los dedos y la lengua, los usan un poco para excitar y después se olvidan de ellos. Para él -sin embargo- lo era todo, sus dedos y su lengua eran su miembro, su fuente de placer, de inspiración, de locura absoluta. Otro tipo de sexo que al final incurría en menos riesgos. Recordé el sexo oral que me han quedando debiendo y pensé en recuperarlo.

No tardé mucho en valorarlo, prescindiendo del pene en mi vagina, logrando orgasmos de otro tipo y apreciando la paciencia y el tiempo que este hombre dedicaba a complacerme …así, con los dedos de una mano.