jueves

La viña de Bacco: 5 años de ser un bastión para el vino mexicano


 
Pasé los últimos tres años entrando y saliendo de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, como lo hace mucha gente que tiene cosas por hacer insitu y a distancia. Hace poco más de dos meses que tuve que dejar SanCris, como le dicen los locales, pero estoy construyendo el baúl de recuerdos que voy a guardar de tan particular lugar. Uno de ellos es el tiempo que pasé en el mejor bar de vinos que conozco: La Viña de Bacco. 

El 9 de diciembre de 2006 fue inaugurado en un local que tenía capacidad para menos de 20 personas sentadas. Con un menú de vinos que incluía copas a menos de 15 pesos (era un Cabernet Savignon francés) los dueños empezaron a abrirle mercado a una bebida que en la ciudad era para extranjeros, para aristócratas o para ocasiones especiales. Con opciones para todos los bolsillos y ricas tapas incluidas el éxito del lugar no tardó en llegar. Poco más de un año después tuvieron la oportunidad y mudaron La Viña de Bacco a un local más grande.  
Los creadores de “la Viña” son Carlo Galli y Riky Vezzoli, italianos del norte, originarios de un increíble sitio llamado “Valcamonica”. Llegados a San Cristóbal de las Casas en distintos momentos y por diferentes razones, como muchos otros extranjeros decidieron quedarse. Quisieron invertir sus euros en un negocio. Bebedores de vino y acostumbrados a tenerlo en la mesa para acompañar las pastas, gnocchi, pizzas y demás delicias de su cocina, se percataron de que el vino en San Cristóbal de las Casas era una bebida poco accesible. Los bares lo vendían malo y caro, los restaurantes caro y a veces bueno, había un incipiente intento de supermercados por tener vinos a precios accesibles. Pero el asunto era que para mediados de 2006 no había un lugar para sentarse a tomar un vino y comerse una tapa. Ellos lo iniciaron y así empezó su historia.

Aprovechando el boom en el que se encuentra, ambos querían impulsar y dar a conocer el vino mexicano. Entonces quisieron incorporar a su carta una selección accesible y antes de inaugurar el bar se pusieron en contacto con las casas vitivinícolas de México pero no tardaron en encontrarse obstáculos. Primero, los altos precios del vino mexicano. Muy pocos eran comprables y vendibles en un lugar donde la gente no consume vino cotidianamente y no se gastaría más de 300 pesos por una botella. Segundo, la disponibilidad y distribución del vino mexicano en Chiapas. Pocos lugares lo venden por mayoreo y la intención de comprar directamente con las casas vitivinícolas de Baja California se fue menguando ante la indiferencia de éstas a las solicitudes de un par de italianos radicados en el sur mexicano.
A pesar de esto Carlo y Riky lograron establecer una relación directa con las casas Santo Tomás y Viña Doña Dolores-Freixenet. Los demás vinos los compran a mayoristas quienes nunca garantizan la disponibilidad del producto. No obstante han logrado abrirle un mercado al vino mexicano en un lugar en donde la gente que bebe vino prefería el chileno, el español o el argentino que llegan de aceptable calidad, mucho más baratos y de los que siempre hay oferta.
 


Actualmente la primera vinatería de “SanCris” tiene una decoración sencilla pero de buen gusto. Mobiliario de madera, fotografías en blanco y negro de uvas, botellas de vino y viñedos y una hilera de foquitos morados que semejan una vid enredada sobre la parte alta de la barra resaltan en las paredes pintadas de amarillo, rojo y verde que generan una vista agradable con la tenue y delicada luz que se enciende por las noches. Ahí, en el extremo izquierdo de la barra frente a la cocina, yo leí el periódico y hablé con tanta gente mientras me tomaba -por turnos- mis copas de blanco, espumoso  y tinto.
Cuatro mesas adentro, dos barritas con bancos largos, tres mesas y dos barriles afuera son la infraestructura para hospedar a no más de 45 personas. Del otro lado de una de las barras, el encargado sirve las bebidas y ordena las tapas y la comida pues tiene la cocina y al cocinero detrás (unos días Alex otros días Pepe). La mesera en turno llega por la tarde. Todas las que conocí, que fueron varias, han sido chicas amables, simpáticas y muy guapas.
El menú de bebidas (que también incluye cervezas, aperitivos italianos, licores y digestivos) cumple con la promesa que anuncia el bar afuera: además de vinos foráneos, hay una buena selección de vinos mexicanos. No los más caros e impagables para quienes andamos de presupuesto moderado, sino una selección de las botellas que cumplen la dupla calidad-precio para satisfacer paladares y no dejarnos en banca rota.

La selección por copeo incluye entre otros: el Petit Sirah, Zinfandel, Nebbiolo, Merlot, Cabernet Savignon, Fumé Blanc, Savignon Blanc, de Baja California; el Malbec joven y el Malbec/Cabernet Savignon (Crianza) de Querétaro y el Cabernet Savignon/Merlot de Coahuila. También hay muestras de Chile, Argentina, Italia, España y Francia. Botellas de vino mexicano hay alrededor de 40.

Los clientes locales ya son “frecuentes” y muchos de ellos extranjeros que encontraron en San Cristóbal de las Casas una segunda “matria” y en la Viña de Bacco el espacio que hacía falta para ir a “tomarse unos vinos”. Es común escuchar entre los bebedores acentos argentino, español, también el inconfundible acento francés y, claro, español mexicano. Pero también es común encontrarse turistas ingleses, estadounidenses, franceses y holandeses. En temporada alta llegan hasta noruegos.


La carta de vinos expresa el tipo de clientela que se quiere tener: ahí el vino lo bebe quien trae 20 pesos y quien trae 650. Esa fue la idea de los socios italianos cuando abrieron: no hacer del vino la bebida inalcanzable que era hasta hace unos años, sino popularizar su consumo. Y lo han logrado, la mayor parte de sus clientes piden y beben vino. La selección de vinos cambia cuatro veces al año, dependiendo del éxito de ciertos vinos, de la afluencia del turismo y del clima.   
Un día uno, al día siguiente el otro, Riky y Carlo atienden personalmente a sus clientes. A los frecuentes ya ni les preguntan qué vino se van a tomar, a los nuevos les hacen sugerencias y recomendaciones, sobre todo si son extranjeros curiosos por probar el producto mexicano.
La intención de este par de amigos no fue tener un “wine bar”, sino un sitio pequeño más del estilo de la tasca española, apto para las tres personas que trabajan ahí (cocinero, mesera y el encargado del día) y están al pendiente de su clientela. Un sitio en el que es posible sentarse en la barra a tomarse unas copas con unas tapas de quesos, embutidos y patés locales. En donde se puede platicar con el vecino o con los que ocupan la mesa contigua. Un lugar para llevarse un libro, leer el periódico u hojear las revistas de política, comida y, por supuesto, vino que están a disposición. O si se va en compañía beber vino mientras se juega dominó o cartas (también disponibles) o simplemente charlar hasta terminar con un intenso color púrpura en los labios.


Este bar es la expresión de un esfuerzo por abrirle espacio al vino, en un lugar en donde el clima se presta para beber un vino blanco, espumoso o rosado y frío un mediodía del verano, para un tinto una noche cualquiera, para un vino caliente con especias y fruta (receta del norte de Italia) durante el invierno sancristobalense, o para un digestivo fuerte como la grappa, el destilado italiano de uva.

La Viña de Bacco es un lugar acogedor, en el que se pueden pasar muchas horas bebiendo vino, en un ambiente de conversación agradable, música adecuada y ricas tapas. Así las pasé yo tantas veces, rodeada de amigas, amigos tanto locales como visitantes.

En estos cinco años se ha convertido en el bar favorito de varios y en el punto de encuentro de muchos. No en vano ya está en la lista de recomendaciones en el Lonely Planet, edición México 2010 y el periódico New York Times le dedicó un reportaje en su sección de viajes.

Muy lejos de los viñedos, las vendimias, las catas, las boutiques, clubs de vino y la parafernalia que rodea a tan singular bebida, la Viña de Bacco es un bastión en “las montañas del sureste mexicano” (como diría alguien famoso por esos rumbos) para quienes se inician y persisten en el placer de beber vino, con varias opciones de presupuesto, a cualquier hora del día y en un día cualquiera.

Larga vida y muchas felicidades a los Baccos por sus 5 años de existir y alegrar corazones! Deseándoles un gran aniversario (este viernes 9 de diciembre…todo el día)
les extraño.

La Viña de Bacco 
Real de Guadalupe 7b 
Zona Centro 
San Cristóbal de las Casas, Chiapas. 
Abierto de lunes a sábado de 2pm a 12am. 
http://lavinadebacco.com/ 

martes

jamás había creído en el destino...

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¿cuántas personas que no se conocen y ponen una cita para presentarse, se encuentran sin planearlo en la quinta avenida de NYC? ¿cuántas milésimas de segundo se requieren para tomar decisiones que lleven a esas dos personas a caminar por un lugar, a pararse en ese sitio, a no detenerse? PUM!

jamás había creído en el destino...y no sé si ahora creo en él, pero siento que existe algo que por no estar escrito se está escribiendo para mi. es la parte de mi historia. es mi parte de la historia.

aún no lo conocía personalmente cuando lo encontré en la calle. lo reconocí por una foto que había visto antes incluso de haber puesto la cita que teníamos para tomar un café un lunes a medio día en la zona de Chelsea.

pero la cita se adelantó. ese domingo caminaba exhausta por la 5th Ave sin un rumbo definido. eran las 5 de la tarde. había oscurecido. era el horario de invierno que me acompañó junto con un buen clima. NYC fue amable. 

él estaba en la calle conversando. al pasar a su lado le reconocí. y aunque estaba acompañado, me acerqué diciendo su nombre en voz alta. él reaccionó. hola, si, soy yo. nos teníamos que encontrar mañana a mediodía pero mira nada más, aquí estás, dije alegrada.

hubo algo que me detuvo frente a él. sentía que no me podía ir y respetar la cita que teníamos para el día siguiente. hubo un momento incómodo. el momento de tomar decisiones. dudé. quería irme. pero quería llevármelo conmigo. me quedé frente a él e impuse mi intención. entonces surgió la idea de ir a tomar una cerveza. 

aquí cerca, que yo tengo una cita en un rato pero ahora tengo tiempo, me dijo él.

caminamos por el Central Park que nocturno se ve aún más grande. sonaban unos tambores africanos y pasamos por la fiesta de unos jóvenes que bailando se divertían. seguimos por unas calles para él conocidas en el west upper side. en pocos minutos habíamos ya reído por algo en un par de ocasiones. la risa divina me altera.

¿divorciado? bienvenido al club del que soy actualmente la presidenta.

entramos a un bar y pedimos dos cervezas de barril que acompañaron nuestra conversación. todo parecía ser tan común. hablamos de nosotros, de la ciudad y los amigos que compartimos por unos años cuando nuestras vidas paralelas transcurrieron en Berlín. nunca nos vimos.

¿cuántas veces quizás nos cruzamos en una calle? ¿en un bar? ¿en un parque? qué casualidad ¿no?...

jamás había creído en el destino...

risas y sonrisas hasta que nos despedimos con un fuerte abrazo y dos besos. me quedé con su olor en la mano derecha. esa mano que paso por la mejilla de la gente –especialmente masculina- a la que abrazo para despedirme.

nos dijimos “adiós” con la idea de un encuentro futuro que podría incluir pinot noir y jacuzzi en un bosque. era una broma. pero a mí el futuro me pareció lejano.

entonces le pedí una cita para el día siguiente. no fue posible para él. es un tipo muy “occupado”. pero respondió y pidió tiempo extra para otro día. era de hecho mi último día en la ciudad. contesté así: una cita a la hora de la comida en tu casa, así estaré segura de encontrarte. mandame indicaciones y yo llego.

quiero verlo-estarlo.

sentí mis intensas intenciones. desde que hablamos y reímos. desde que noté que él me veía directo a los ojos y que de su boca salían palabras que expresaban inteligencia y sensibilidad. preocupación por el mundo. me seduce el buen humor. me seduce la capacidad de abstracción. también un olor definido y una voz poderosa. y nada me seduce más que unos ojos sorprendidos que ven lo que soy y muestro. esto soy yo. seductor es aún más quien no ha perdido la capacidad de imaginar. esto es él.

soy de fácil lectura -mis palabras son directas y soy mi misma sin ser una-. pero soy predecible. por eso los hombres inteligentes tienen la capacidad de saber lo que quiero. yo no salgo de cacería. pero dejo claro que podría prescindir del preámbulo y que no hay que tomarse el tiempo para “conocerme” si se me quiere tener muy cerca. nací para hacer feliz a la gente. él supo leerlo. generoso y compartido entendió la petición en las pocas palabras de mi correo electrónico.

y ahí estaba él. esperando en el balcón como si tuviera la prisa que yo llevaba por llegar. la prisa por acercarme concentrada en el estómago. tragaba saliva. la boca se me hacía agua imaginando la tarde que me esperaba.

jamás había creído en el destino…

subí a su departamento, entré a su recámara, hablamos de un par de cosas, abrimos una orval. cerveza trappiste bendita. por un momento creí que quizás estaba forzando el encuentro. pero me relajé y dediqué a emitir grandes dosis de tensión sexual con una conversación que era innecesaria y salía de una mujer sentada en una silla frente a un escritorio esperándolo todo.

quiero cogerte, le decía con la mirada y con los pies.

entonces él se acercó. me pasó el dedo por el tatuaje que tengo en la parte alta de la espalda. le gustó. sentí la punta de sus dedos y un escalofrío me recorrió el cuerpo. se quedó ahí en donde empieza el mundo según Gustav Courbet. acaricié la parte de su pierna que me quedaba cercana. era mi invitación. me tomó del cuello para besarme, me levantó de la silla con los labios. me acercó a la cama para acostarme. en pocos minutos yo estaba cubierta por un cuerpo ajeno.

me tocaba con deseo para desnudarme, me alertaba el sistema nervioso y yo respondí a ese llamado. le quité la ropa y yo me quité la ropa. nos besamos completos, nos tocamos, nos olimos y sentimos todo. pal-pan-do. sonaban los fleet foxes. me penetró con delicadeza y después con furia. sus huesos eran pesados y anchos, huesos de un hombre desconocido. N-U-E-V-O. sonaba también el ruido de la cama cuando se golpeaba contra la pared, sonaba mi femenino gemido sutil y expresivo, sonaban sus masculinas expresiones guturales. tuvimos que detenernos. sonaba beach house y las sábanas humedecidas guardaban ya sudor del bueno.

se fumó un cigarro. yo lo contemplaba, cerraba un ojo, después cerraba otro, e imaginaba las fotografías que Nan Goldin podía haber hecho en esa recámara en el sur de Brooklyn. una habitación iluminada con una pálida luz que anunciaba el cielo nublado de afuera y la enorme puerta al balcón que permitía su entrada. un paisaje de ropa revuelta, closet desordenado, papeles tirados y cosas que podían estar en otro sitio, si es que tenían lugar. éramos personajes de mi serie de fotografías “casualidad o destino”.

volvió a la cama. me penetró con ternura. después la furia. vino. sonaron ruidos de un estómago vacío que nos anunciaron que teníamos que parar y comer algo.  

la cita era para comer ¿no? ¿comer-nos?

él se duchó. yo me vestí. juntos salimos, hablamos, caminamos, nos tomamos de las manos, comimos, caminamos hacia un pequeño parque desde donde se ve el símbolo vacío de la estatua de la libertad. regresamos a la cama escapando del frío. horas de desnudez y deseo, de espasmos poderosos que llegaron como olas que pegan contra una cordillera de piedras. y splash! sentía una fila de orgasmos esperando su turno, peleando por salir de mi entraña. acumulándose en alguna de las 3000 terminaciones nerviosas que se alteran en un capullo adolorido.

jamás había creído en el destino...

entre besos y muchas caricias, conectando pieles sucedieron las conversaciones íntimas que recorrieron varios temas con pasión en las palabras. hablamos de las cosas IM-POR-TAN-TES.  elaboramos un gran plan. es el plan que no incluye un "nosotros" pero es nuestro. uno que no incluye límites ni condiciones. el GRAN PLAN es grande.

contra toda mi voluntad tuve que dejarlo en su casa y no volver a verlo antes de tomar el vuelo que me sacó de NYC.

pero caminé con ánimos hacia la estación del metro. llegué con alegría a preparar mis cosas. dormí poco aún oliéndome en la piel la tarde en Brooklyn. al día siguiente sonreía al mundo, el gran plan incluye un pronto encuentro en otra costa, lejana a esta, que quizá no tenga jacuzzi ni pinot noir, pero lo tendrá a él y me tendrá a mí. 

jamás había creído en el destino…

él me trajo de vuelta. en una tarde recuperé el espíritu que había metido en un baúl por algunos años. me desperté sintiendo mi cuerpo otro, alerta, inquieto, con ganas de repetir, sintiéndolo todo él, está vivo, mutando y conectándose consigo mismo. un cuerpo que quiere, desea, anhela todo lo que el mundo puede ofrecerle.

¿cuántas cosas en otra dimensión se alinean para que dos personas compartan el mismo espacio en ese preciso lapso de tiempo? ¿qué hay en el futuro-destino de ambas que les permite en ese cruce espacio-temporal conectarse con una mirada o con una palabra y abrir una de sus puertas para dejarse pasar?

jamás había creído en el destino...

gracias NYC!

lunes

Mi kinky tour por Amsterdam

Este resumen no está disponible. Haz clic en este enlace para ver la entrada.

Hay un cuerpo...

Hoy por  primera vez en casi un mes mi cuerpo tuvo el ánimo para levantarse de la cama a una hora adecuada. Aprovechó el sol y el frescor de estos días de otoño holandés para salir a correr al ritmo de una música poderosa. Una hora recorrió un paisaje conocido y regresó a desvanecerse en una alfombra. Sintió adrenalina y endorfinas, un sudor marcando la mitad de su espalda y un corazón latiendo y llegando con la sangre a todos sus rincones.

Hoy hubo un cuerpo que sintió menos el dolor de la despedida. Sin embargo le queda el otro dolor: el que subyace a las palabras, los recuerdos, la memoria. Hay un cuerpo al que le está costando recuperar el ánimo y valorar el silencio y la soledad. Cuando la quietud lo abraza su cabeza se llena de imágenes, de frases y de recuerdos. Todo se le concentra en la garganta y tiene que respirar profundo y tragar saliva para no soltar el llanto. Hay un cuerpo cansado de llorar.

Desde hace casi un mes ese cuerpo despierta en camas que no le pertenecen viendo distintos techos -que le toman segundos reconocer-. Lo único que ha llevado consigo cabe en una maleta. Ese cuerpo siente esto como algo simbólico de lo que le está sucediendo. No habría que explicarlo.

Si, ahora ese cuerpo se duele. Flota sin creer que es lo que es y siente lo que siente y a veces cree que todo está pasando solamente en esta dimensión porque en las otras le están sucediendo cosas distintas. 

Es un cuerpo que ya no quiere sentir la ausencia pero que quiere recuperar su presencia. No ha podido dormir una noche entera. Despierta después de pocas horas de sueño y le asusta la oscuridad de una recámara desconocida. Logra identificar en dónde está físicamente e intenta dormir nuevamente. Le ha costado volver a la cocina con ánimos de algo. No ha cambiado su menú de simples ensaladas y pastas con salsas preparadas. Sabor a supermercado barato. Pero a este cuerpo no le da la cabeza, no le da el corazón, no me da la gana.

Hay un cuerpo que quiere volar lejos y uno que quiere sentirse acompañado. También hay un cuerpo que extraña otro cuerpo y uno que quiere -por si solo- salir hacia un no-lugar mejor indefinido.

Ahora ese cuerpo se duele. Hay ocasiones que funciona en automático pero repentinamente suelta un aullido de dolor incontrolable y se tumba en algo que pueda sostenerlo. Este cuerpo no se reconoce porque está cambiando de piel, de olor y de sabor. 

Ve su reflejo en el espejo y logra reconocer un gesto familiar aunque a veces piensa que todo lo suyo  quedó guardado en las cajas que dejó en una casa que ahora está lejana. Pero si logra verse al espejo reconoce que está recuperando algo en la mirada. Este cuerpo quiere decirle a quien quiera escuchar que a pesar del dolor no está vencido.  

Siente las alas en la búsqueda de la vida que viene. Una que puede estar en Estambul, Tokio, Oaxaca o Nueva Delhi. Se da cuenta entonces de que el ánimo puede florecer en cuanto reconozca lo que el mundo guarda para él. 

Por eso hay entonces un cuerpo que espera.

domingo

El día que me fui...

El día que me fui empezó anticipado. Creo que desperté a las 5.47 de la mañana cuando el sol aún se escondía detrás de una intensa oscuridad.

Desayuné temprano. Un jugo de naranja fresco que hice en el piso de abajo para no hacer ruido con el aparato que exprime naranjas.

Estaba un ser dormido en una habitación cercana.

Ese día, el día que me fui, acompañé el jugo con un plato de fruta picada. Mango, papaya y melón.
Me bebí un té verde.

Después salí de esa casa y me encontré con una amiga que se bebió su café escuchando mis pesares.
Ambas pedimos un lassy de mango y un bagel con queso crema y mermelada.
Café y más café orgánico y bien tostado.
Recibí un collar con iconos mayas y una pieza de jade.
Regalo de despedida de la tierra del sur.

Al volver a casa, terminé de guardar lo indispensable, cerré maletas, comí los restos de una sopa de verduras, me despedí de un perro y una gata. Me tomé media botella de vino y la otra la guardé en mi bolsa para el viaje. Cerré la casa y a las 5 de la tarde dejé atrás un bosque.

Me subí a un autobus y cuando este empezó a avanzar solté un nudo que tenía en la garganta y que se convirtió en lágrimas que mojaron todo mi rostro. Lloré pensando en lo que estaba haciendo, en el futuro por venir, lloré por lo que he logrado a pesar de todo, por lo que aún me queda por hacer, lloré por el pequeño mundo que tenía y estaba dejando pero también porque el mundo es muy grande y está esperando mi presencia.

Toqué el collar en mi cuello. Me tapé los oídos con una canción y admiré un paisaje de montaña y nubes espectaculares que me recordaron que detrás de mi, atadas a mi espalda hay un par de alas con las que siempre he volado.
Me bebí el resto del vino y pronto se me cayeron los parpados sobre los ojos.

Cuando desperté estaba en otra ciudad. Con dos maletas y dos bolsas. En una tenía un recipiente de fruta picada y una botella con jugo de naranja.

Antes de bajarme del autobus ingerí mis alimentos. Es decir el día que llegué mi desayuno fue el mismo que el día que me fui.

Hay cosas que no cambian, pero hay otras que deben cambiar.

jueves

Diccionario de sueños sexuales





Los sueños son otra de las infinitas actividades de la mente. Aunque estas son realizadas en nuestro estado de inconsciencia suceden, es decir toda la gente de este mundo sueña. Por lo mismo los libros sobre sueños –su significado o interpretación- abundan. No soy muy afecta a este tipo de literatura pero me topé con un libro que da un tratamiento a los sueños de índole sexual y no pude dejarlo pasar. Es el “Diccionario de sueños sexuales” de la psicóloga Martha Clarke.

Creo que el mundo onírico es excitante porque al haber “una relajación inconsciente de las represiones y los tabúes” todo en ese mundo es posible. Yo sueño todas las noches y en muchas ocasiones recuerdo haber soñado hasta dos o tres sueños distintos. Según la autora de cada 8 sueños uno tiene un cierto contenido sexual. Eso no se puede generalizar porque estoy segura de que por temporadas el 50% de mis sueños puede tener –mucho- contenido sexual. Y no sólo me pasa a mí.

Dice Martha Clarke que no todas “las imágenes oníricas que tienen que ver con la sexualidad son necesariamente representaciones del acto sexual“ y aunque el contenido de los sueños puede ser distinto a lo que nuestras preferencias indican, en muchas ocasiones dicho contenido cuestiona nuestros prejuicios o “aflora a partir de información reprimida”.

A diferencia de las fantasías sexuales que son explícitas, “los sueños son una puerta abierta a nuestro inconsciente, utilizan un lenguaje simbólico” por lo mismo la interpretación de los sueños amerita un análisis de los símbolos y, prosigue la autora, su interpretación también implica hurgar en nuestro pasado y presente. En el “inconsciente residen sensaciones, imágenes, paisajes y personas –aleatorias-“, que pueden confluir en un sueño, por eso mucho de ese contenido viene de la experiencia.

Los sueños nos puede mostrar cómo nosotros soñadores manejamos nuestra sexualidad, nuestras emociones y relaciones. La intensidad de los sueños y sus múltiples símbolos permite entender mejor nuestra sexualidad y de qué forma se integran nuestras partes femenina y masculina.

En el libro se señalan 3 tipos de interpretaciones para los sueños sexuales

1)    Tiene que ver con la imagen que una persona tiene de sí misma –de cómo debería ser-, así como de cuáles son sus necesidades sensuales y sexuales;
2)    Se relaciona a las motivaciones y los aprendizajes que hay en todo sueño sexual;
3)    Es una valoración del equilibrio entre masculinidad y feminidad

En las primeras páginas del libro Martha Clarke además de dar una serie de explicaciones sobre el mundo onírico nos propone un manual para explorar los sueños sexuales en caso de que nos interese saber qué nos están diciendo sobre nosotros:

1)    acordarse de lo soñado, anotarlo en un cuaderno;
2)    no olvidar los detalles;
3)    anotar las emociones y
4)    la lista de símbolos que aparecen;
5)    empezar por el símbolo más relevante en el sueño, y
6)    reflexionar sobre lo que se ha aprendido acerca del significado del sueño.

Después en 142 páginas se enlistan de la A a la Z los elementos, símbolos o situaciones recurrentes que aparecen en los sueños sexuales. De los más comunes y obvios como el falo, la vagina, los senos, el útero, la cama, la lengua hasta unos que no sabía que aparecían en este tipo de sueños como el inodoro, el huevo, las rosas, o los peces y algunos paisajes como la playa o un volcán, se presenta como un listado más o menos completo si quitamos todas las prácticas sexuales inusuales que Brenda Love ya enlistó en una enciclopedia (http://cocinaycama.blogspot.com/2010/11/encyclopedia-of-unusual-sex-practices.html).

Debo decir que la interpretación que hace Martha Clarke de algunos de los sueños sexuales me parece un poco tradicional en tanto que subyace un imaginario conservador en cuanto a la vida en pareja y a lo que significa la infidelidad o la monogamia, la bisexualidad o la “perversión” para cada quien. 

Por ejemplo, la interpretación que da sobre los sueños en donde somos o nos son infieles refiere a que “indica cierta decepción. Si es nuestra pareja quien nos engaña, el sueño denota desconfianza y miedo al abandono”. Me parece que esta es una respuesta obvia para quienes creen en la fidelidad. Otra interpretación elemental es la del sueño sexual –muy recurrente también- con gente más joven que según la autora indica “un anhelo de renacimiento íntimo y personal, una fuerza y energía desbordante que aparece  tanto en nuestro universo onírico como en la vida real”. Prosigue la autora, (si el sueño sexual) “es con alguien mayor, evidencia una necesidad de protección, seguridad y tranquilidad”.

Quienes tenemos otras ideas sobre el sexo en pareja, o le damos distinta importancia a la edad de nuestros compañeros sexuales, además de tener muy claras nuestras propias necesidades sexuales, requerimos otro tipo de interpretaciones que trasciendan las dicotomías fiel/infiel o heterosexual/homosexual, pervertido/conservador, activo/pasivo, etc. Dudo mucho que mis sueños recurrentes en los que Jack Nicholson –viéndose de 50 años- me hace todo lo que quiere tengan que ver con un deseo reprimido de ser protegida o exprese una inseguridad que anida en mi interior. Los sueños en los que participa un chico que se ve de 20 quizás si expresan esa “fuerza desbordante” que tengo a mis 36 años.

No obstante el diccionario contiene algunos símbolos interesantes que aparecen con cierta frecuencia en sueños sexuales propios y ajenos:

Baile

“Bailar es un acto ritual, y cuando aparece en sueños puede sugerir los juegos preliminares típicos antes de una relación sexual. Cuando bailamos estamos felices, y si lo hacemos en pareja puede resultar un acto muy íntimo y sensual. Por eso, bailar con alguien durante el sueño indica que nos atrae esa persona y que buscamos un contacto más estrecho con ella. El ritmo del baile soñado también muestra nuestra actitud hacia el sexo y la sexualidad”.

Dragón

“Un dragón puede representar en sueños una pasión desenfrenada o una persona dominante. Si una mujer sueña que domestica a esta mítica criatura normalmente representa la superación de sus propios miedos y dudas, en especial en el ámbito sexual. Si es hombre, tiene relación con su deseo de subyugar la pasión femenina”.

Espejo

“En sueños sexuales, mirarse en el espejo puede indicar un tipo de narcisismo que sería autoerótico u homosexual. Existe una creatividad que surge de la contemplación de uno mismo. Ello nos permite crear desde un espacio interior aquellas relaciones que necesitamos para vivir de forma tan plena como podamos”. 

Huracán

“Un huracán puede representar el poder de nuestra propia pasión. El sueño nos hace sentir que somos arrastrados por las circunstancias o por la pasión de otra persona. Puede que no sepamos manejar los resultados de esa pasión y sintamos que puede provocar dolor en los demás. Soñar con huracanes refleja la inconmensurable fuerza de dicho fenómeno en nuestras vidas, algo que escapa todo control y resistencia. También puede representar un gran obstáculo que debemos superar, una especie de prueba o reto”.

Sacrificios

“En los sueños sexuales, los sacrificios suelen mostrar la necesidad de hacer algún tipo de homenaje. Puede ser tanto el homenaje a la persona como transformar el mismo acto sexual en un acto de adoración. Esto sugiere que el soñador es conocedor de la necesidad de un elevado estado de conciencia para llevar a cabo el acto sexual. Representa la concurrencia de lo sagrado y lo profano.”

Toro

“El toro es un animal que representa el principio masculino y la fertilidad, por lo que alude a un tipo de sexualidad más agresiva y tenaz. En sueños, el toro puede significar también algún tipo de frustración sexual (producto) de nuestra propia incapacidad.”

Los sueños sexuales –que generalmente son gozosos o si no serían pesadillas- además de cuestionar algunos prejuicios o expresar insatisfacciones o deseos reprimidos –como dice la autora del diccionario-, nos deberían de enseñar algo de nosotros mismos. ¿Tal vez hay algo que quisiéramos probar y no hemos hecho aún? ¿Lo que hacemos en los sueños lo podemos hacer en la “realidad”? O quizás ¿es sólo en ese mundo onírico en donde nos encontramos como queremos, con quien queremos y de la forma que queremos? ¿Por qué no creer que nos podemos conectar con una o varias personas en ese nivel de la “consciencia” inconsciente?

Creo que los sueños no se deberían de quedar en ese estado que nos atrapa como Júpiter a Antíope. Para ser seres más completos y felices tendríamos que aprender a soñar con los ojos abiertos y a cumplir, creer, sentir y disfrutar todo lo bueno que esos sueños nos traen. 



 Martha Clarke, Diccionario de los sueños sexuales, Oceáno-Ámbar, Barcelona, 2010.