viernes

Re /en/ cuent (r) os

1. en el teléfono
él.- Bueno
yo.- hola soy yo
él.- ¿qué tal?
yo.- busco a tu hijo, me dijo que se estaba quedando contigo
él.- no, ya no esta aquí
yo.- me das un numero para localizarlo
era la primera vez que hablábamos en mucho tiempo. El año pasado por largo tiempo al teléfono nos pusimos al día de nuestras vidas y cuatro años antes incluso fuimos a cenar. Fue la última vez que lo vi. Pensé que le daría gusto saludarme, pero esta vez su voz fue muy obvia desde que dijo “Bueno”: estaba acompañado. Me molestó su trato. Fue cortante como lo era con las mujeres que le llamaban cuando yo era quien estaba a su lado en la cama. No escondía su prisa por terminar la conversación. Reconocí ese tono y esa actitud. Me enfado saber que me considera como a ellas: mujeres que no pudieron recuperarse después de que él decidió cancelar su compromiso, mujeres que lo siguen buscando porque le quieren. ¿Qué más me hubiera dado a mi que me dijera que estaba con alguien? Yo no soy ellas, yo lo dejé, me fui y he sobre-vivido (o sea he vivido de más) su no presencia. Me gustaría poder decírselo.
2. en la mesa
él.- este vino que pediste fue una muy buena elección
yo.- si ya sé, estas verduras asadas con queso de cabra están buenísimas
él.- que bueno que te gusta…me gustaría hablarte de algo
yo.- si no es de comida mejor no hablemos
él.- es que después de tanto tiempo quiero decirte muchas cosas
yo.- presiento un tema de conversación que no me gustaría tener aquí
él.- para eso te invité a comer, para que habláramos
yo.- pero espérate entonces a que pida el postre
conversaciones serias y tristes en la mesa. No soy tolerante a comer bien y prestar atención a un tema que me incumbe y lastima. No tenía ganas de hablar ni de nuestro pasado ni de su presente ni de mi futuro. Aunque yo fui quien decidió irse, fue él quien primero decidió apartarse de mi. No me dejó comer en paz. La ensalada, el plato fuerte y el postre me los comí con un sabor a hiel en la boca. Qué maldita necesidad de arruinar una comida!
3.- en la pista de baile
él.- ¿quieres bailar?
yo.- ¿ahora si ya sabes bailar?
él.- no, me quedé esperando a que me enseñaras
yo.- pero si tu fuiste el que se escondió toda la noche, aquella noche que fuimos a escuchar salsa
él.- ¿todavía te acuerdas?
yo.- si, me acuerdo de eso y me acuerdo de otras cosas
él.- ¿cómo de qué?
yo.- de que te gustó la ensalada de nopales que preparé, de que te di un beso en la nariz antes de besarte en la boca, de que nos reímos mucho
él.- ¿te acuerdas que fui por ti al aeropuerto una vez?
yo.- si
él.- te portaste muy seria ese día… ni siquiera hablamos de lo que pasó cuando nos conocimos… ¿sabes que me gustabas? si, me gustabas mucho, pero me hiciste sentir que no lo creías
yo.- tu a mi también, pero ya ves, digamos que sentí que no te la pasaste mal en la cama, pero por lo demás…
pasaron 5 años para volver a vernos y tener una conversación de este tipo en medio de la pista de un bar en el que sonaban las cumbias. Lo tomé de la mano y le enseñé unos pasos de baile, vuelta para acá, vuelta para allá, la sonaja primigenia provocando el ritmo de los pies, la cumbia cómplice de la confrontación, lo que pudo haber sido y no fue…si nos gustábamos tanto carajo!
4.- en la cama
yo.- ¿podríamos irnos a un lugar mas cómodo?
él.- estoy viendo a alguien
yo.- pues estos besos no han sido tímidos, ¿tienes un compromiso, es una relación formal?
él.- no es nada de eso, pero para mi ahora es importante
yo.- lo que tengo yo también, pero esto que está pasando aquí no tiene nada que ver con aquello
él.- mi cama sigue estando en ese cuarto
y nos fundimos en un abrazo eterno, desnudo y apasionado. Un abrazo que dimos con todas las partes del cuerpo y nos hizo sudar, volver a otro tiempo y recordar. Besos conocidos, largos y profundos. Ese orgasmo me regresó a mi juventud. Fui otra yo por unas horas, abierta y dispuesta...floreciendo.
5.- en la calle
yo.- aquí estoy
él.- cada vez que te veo estas más guapa
yo.- pero si en lo que va del año nos hemos visto como cuatro veces, muchas para lo que estábamos acostumbrados
él.- por eso, pero como que te afeas cuando nos despedimos y te embelleces cuando nos vemos otra vez
yo.- lo dices porque me quieres
él.- lo digo porque es verdad
yo.- vamos a tomarnos un vino antes de la próxima despedida
él.-me gusta dejarte para volver a verte
yo.- eres de lo mejor que me ha pasado en la vida
él.- es mutuo….
y nos acercamos el uno al otro, sin deseos inesperados, sin morbo, sin apasionamientos fuera de lugar, con los labios cercanos muy cercanos nos hicimos sentir el amor, de ese que es amor puro y que seguirá siéndolo.
6.- en la casa
yo.- ¿te hago un striptease?
él.- si, pero quítate pronto los calzones
yo.- eso lo decido yo…siéntate ahí
él.- a ver, quiero verte el culo
yo.- ¿lo extrañaste?
él.- si, déjame verlo, voltéate
yo.- así o más abajo
él.- más abajo, sepárate las nalgas
entonces baile mientras él me veía sentado en el sofá. Yo me masturbaba frente a él, él se masturbaba frente a mi. Me fui acercando, poco a poco, hasta que me monté sobre su sexo. Me convertí en animal. Hicimos lo que pudimos en el espacio del sofá hasta que la cama nos recibió. Volví a ese lugar en donde el amor se va haciendo todos los días, en donde el cercano sol calienta, los árboles arropan, la montaña murmulla y la lluvia arrulla.