jueves

¿La primera vez? Sin menstruación ¡por favor!


Llegué a la reunión saludando a los amigos y él estaba ahí. Debí haberlo reconocido. Lo he visto en videos varias veces cantando con su banda. Pero siempre lleva lentes oscuros y casi todos los videos que he encontrado son poco claros. Ni idea de que a él pertenecía la voz que he escuchado con frecuencia desde hace un par de meses.

Me lo presentaron sin la posdata. Esa vino después. Cuando me dijeron con quien cantaba me salió el espíritu “grupi” y dije: “Pero si yo soy tu fan”. Supongo que escuchar esa frase hecha puede resultar eventualmente en un halago.

No es un galán que conquiste con miradas provocadoras, ni mucho menos un romántico. No invierte el tiempo pretendiendo que se interesa por la conversación de una mujer para más tarde llevársela a la cama y cobrar su comisión. Se ve que no se anda por las ramas y menos si bebió alcohol. Es de fácil lectura, dice barbaridades sin clemencia con humor de profesional, pero se intuye que lleva un laberinto dentro.  Sólo una persona como él puede cantar en una banda como esa.  

Después de un par de horas me acerqué para integrarme a una conversación sobre política actual que unos amigos y él sostenían. Cuando le pregunté por quién votaría me dijo que votaría por quien yo votara “mamacita”. No pude evitar sonreírle.

Los amigos, en grupo, salimos del sitio y caminamos algunas cuadras. Él iba detrás de mi y así  decidió la razón por la que me invitaría a su cama esa noche. Me lo dijo sin que yo se lo preguntara: “Empezaste a caminar frente a mi y te vi el culo...ya no pude ver nada más”. Creo que esto lo dijo frente al resto de los amigos. Vulgar es poco, pero me encantó.

Seguimos el recorrido por las calles las 6 o 7 personas que andábamos de cómplices con la noche. Entre ellos había un vándalo silvestre que no paró de aterrorizarnos con sus ideas y acciones de destrucción. Paramos en unos tacos de lechón que están para una reseña aparte (próximamente). Después pasamos a un bar semi-vacío y ahí bailamos unas cumbias. No se estuvo quieto. Me besó el cuello, me apretó a su cuerpo y yo jugaba a que me resistía. Con una sonrisa en los labios le pedí que dejara de acosarme. Obviamente no me hizo caso. Se enteró de que ya me había echado a su bolsa del pantalón.

Salimos del lugar, caminamos unos metros y paramos en otro sitio. Unas cervezas, la amenaza de derrumbar un poste de luz, música de mala banda de covers y él que me daba mordidas en la pierna mientras yo platicaba con el dueño del sitio tratando de explicarle que a ese tipo que me mordía lo acababa de conocer. Supongo que no me creyó.

Rumbo al hotel en donde se hospedaba empezó a hacer planes para que me quedara con él. En medio del ambiente de consignas ad hoc que gritabámos a media calle le dije: "No, tengo mi periodo." No tuvo reparo en expresar que no tenía ningún problema con el “Bloody Mary”. Insisto, vulgar atroz. 

Conozco muy pocos hombres que se resisten al sexo durante la menstruación. Para mi no es un tabú, sólo que no es mi escenario ideal para una primera vez. No me doy asco. De hecho el sexo el primer día del periodo me funciona como un estímulo positivo para evitar los dolores menstruales. El orgasmo descoagula la sangre favoreciendo su circulación sin mayor molestia. A pesar de ser un excelente anticonceptivo, a muchas mujeres les bajan los niveles de progesterona y con eso la libido. A mi sólo me sucede cuando se trata de la primera vez: el sexo cuando estoy menstruando no me entusiasma cuando acabo de conocer a alguien. 

Así que yo no me quedé en su hotel pero él se fue sentenciado a mi casa: Nada de sexo. La menstruación es un periodo corto del mes en el que estoy conectada a mi cuerpo de una manera especial. Lo que sucede en medio de mis piernas trasciende la expulsión de sangre. Esos días prefiero guardarme si no estoy con alguien que me conoce y conozco y con quien tengo la confianza de ofrecerme en ese estado…de gracia y purificación.

Contra mi voluntad e instinto cerré con llave el cinturón de castidad imaginario que muy pocas veces he usado. Y no era que sus manos no me estremecieran cuando me tocaban las nalgas, o que sus besos en la parte posterior del cuello, en los senos o en los labios me fueran indiferentes, o que los poemas de Efraín Bartolomé me disgusten, o que todas las cosas que me hicieron reír no me sedujeran. A mi el sentido del humor me calienta y yo estaba anegada por todos los fluidos posibles. Pero por “regla” general la primera vez con alguien (que a veces no se sabe si será la única) prefiero que sea sin las preocupaciones de las manchas en la sábana, la ausencia de sexo oral para mi, el olor poco agradable, la urgencia de limpiarse y lavarse una vez terminado el coito y etc.

Una pena. Sentía el placer de tener en un lado de mi cama al cantante de la banda cómplice de mis últimas semanas de desvelo que además de vulgar resultó ser un culto y viajado poeta.

Estoy evitando escuchar sus canciones para no sucumbir a la tentación de escribirle o llamarle, para no atiborrarlo de invitaciones a visitarme o pedirle verlo pronto. Estoy evitando escuchar su voz para no inscribirme en el club de fans y mandar pedir la camiseta y un boleto para el próximo concierto. No me quiero convertir en una grupi de casi 40 años. Pero si quiero una primera vez -vulgar, divertida e inclemente- sin menstruación de por medio.


Pd. Adoro tener el periodo. Siento la vida y su renovación, pero no creo haber odiado mi regla alguna vez tanto como esa.

lunes

100 Cepilladas antes de ir a dormir



3.12.2001: “Five different tastes clashed on my palate, the five flavors of five men. Every flavor told its story, every potion bespoke my shame”.

Lo escandaloso no fueron las escenas explícitas de sadomasoquismo y sexo colectivo. Lo inaudito fue que todo eso se describiera en un diario de una chica de 14 años en la ciudad de Catania. 

“Cento colpi de spazzola prima di andare a dormire” (Italia, 2003) es el diario editado y publicado de Melissa P., una chica que descubre su despertar a la vida sexual en la segunda ciudad más grande Sicilia. 


El texto inicia el mes de julio del 2000 y termina en mayo del 2002. En él Melissa P. pone al descubierto un sub-mundo que existe y se construye de una serie de prácticas, discursos sexistas y supuestos “tabúes” que según se puede leer, en el contexto italiano no son tales: es el universo de las adolescentes, que no adolece de oportunidades para tener todo tipo de experimentaciones sexuales.

Desde su primera edición el libro se convirtió en un best-seller en Italia y fue traducido a varios idiomas. El éxito fue inmediato.

Melissa con el tono de una adolescente que explora pero que también analiza, da cuenta de lo que chicas de su edad pasan cuando, en busca de lo que ellas entienden por amor, se encuentran siguiendo sus instintos confundiendo a veces el sentimiento con el deseo.

23.02.2002: “He approached  and aimed for the target. I wanted him to tell me how I was offering myself to him: a little slut who never gets enough”.

La lectura de un diario que se vende como las vivencias “ficticias” de una chica preparatoriana asombra. El nivel en el que Melissa P. se relaciona sexualmente, a través de grupos de chat en internet, anuncios personales en la prensa y su red de la escuela, sorprende por la calidad de su madurez, ¿o es que es natural que las chicas de 15 años participen de sexo con cinco hombres o se vean en departamentos clandestinos con hombres casados? ¿es natural que a esa edad la búsqueda sea tan incesante, caliente y arriesgada? Probablemente si, y por eso el libro se convirtió en una referencia para mujeres de distintos lugares y edades.

22.03.2002: “I know, Diary. I’ve hurt myself, I’ve no respect for me, for my person, which I say I love so much. I’m not so sure I love myself as I once did: a girl who loves herself doesn’t let her body be violated by any man whatsoever, without a specific reason and without even any pleasure”.

Cuando Melissa P. escribió las páginas de ese diario vivía con su mamá, acudía a la preparatoria, tenía pocas amigas, se encontraba con algunos de sus amigos, bebía poco, no le gustaba fumar porro, manejaba una vespa, se masturbaba frente al espejo para descubrir sus límites y necesidades, se sabía bella y deseada. Buscaba el amor, la compañía, dejar de sentir esa soledad muy propia de nuestros tiempos que a mucha gente –independientemente de su edad- asusta.

24.02.2002: “Yesterday I had Valerio, and that was enough for me; today I’m alone, and I’m not enough for myself (why am I not anymore?)”

Melissa nos cuenta cómo se deja hacer, se permite dominar y ser dominada, se construye juguete de sus hombres y hace de ellos sus juguetes. No se limitó al género masculino pues las mujeres no quedaron sólo en sus fantasías, aunque fue más constante su afición por el sexo con hombres. No obstante la práctica sexual el camino de Melissa P., como el de muchas chicas de su edad, es la exploración de su propia subjetividad femenina, mujeril y sexuada, pero también de la búsqueda de una persona con quien compartir(se), aunque eso la lleve a encuentros repulsivos y, en algunos casos, degradantes.

22.03.2002: “I would’ve seen the monster that everyone wants me to become. I can’t allow myself to become that, I can’t allow them to want it. I am dirty; only Love, if it exists, can cleanse me again”.

La autora aborda el cuerpo como un ente que en ocasiones se presta y comparte sin que esté conectado con su conciencia. Vive relaciones y encuentros paralelos con conocidos y desconocidos. Los encuentros con Letizia, una chica que conoce a través de internet, se dan eventualmente y la confunden. Pero ni siquiera hay una diatriba sobre la homosexualidad o la bisexualidad. Para Melissa P. el sexo con una mujer es igual al sexo con un hombre, contar con esa certeza a esa edad asombra.

23.02.2002: “Tonight I learned that letting yourself go with someone you like, someone who overwhelms your senses, is a sacred thing”.

Para esta chica de 15 años, el sexo a veces puede ser sagrado. Sin embargo Melissa P. trasciende a su espiritualidad para estar o sentirse acompañada ¿porqué distraer a la soledad puede confundir calentura con amor? ¿Es ese acaso el camino por el que pasan muchas mujeres cuando se inician a la vida sexual en plena adolescencia?

Para mayo de 2002 en el diario Melissa P. nos cuenta cómo se enamora de su profesor de matemáticas e inician un acercamiento. Describe con detalle sus encuentros sexuales y las formas que van tomando el sentimiento y la emoción. Se confunde. Quiere una relación abierta que trascienda el sexo, pero no quiere forzar compromisos. El profesor es un hombre mayor que tampoco se relacionaría con una alumna de una manera distinta a la que ya existía entre él y ella en el asiento trasero de un coche. No obstante la atracción es fuerte y a veces rebelde, Melissa P. encuentra que su entraña quiere algo más que la penetración y el coito enloquecedor:

“When (my panties and I) are with you, in your arms, (we) are free of any impediment, any chains. Yet the spirits have met a wall in their flight, the horrendous and unjust wall of time, which passes slowly for one, fast for the other, a series of figures that keeps us at arm’s length. I hope your mathematical intelligence might offer you some hints on how to solve this terrible equation. But not only this: you recognize only one part of me, even though you have liberated two. And that isn’t the part I would like to let live on its own. It’s up to you to decide whether to bring about a change in our relationship, whether to make it become more…”spiritual”, a tad more profound. I put my trust in you.”

La crítica fue benévola con Melissa Panarello. No era para menos. Publicó su diario a los 17 años admitiendo que muchas o varias de sus narraciones eran experiencias vividas. Lo que menos importaría sería la veracidad de lo narrado, sino la profundidad con lo que está hecho.

Se atrevieron a comparar su libro con “La vida sexual de Catherine M.” ya reseñado en este espacio (http://cocinaycama.blogspot.mx/2011/01/no-me-fue-concedido-de-entrada-un.html) y el cual, a mi parecer está muy por encima de este que ahora me ocupa.

Sin embargo se agradece que Melissa P. prescinda de lugares comunes románticos. Rompe con la idea del cuarto rosa de una chica, lleno de osos de peluche, corazones pegados en la puerta y fotos de los cantantes o actores del momento. Melissa P no tuvo tiempo de eso. El diario de esta joven capta la atención y deja pensando en situaciones que mujeres –quizá mayores- aún no se atreven a expresar, ni mucho menos a experimentar.

“Cien cepilladas antes de irse a dormir” puede sonar metafórico. No sé si en italiano “cepillarse a alguien” tenga algún sentido. Pero para Melissa P. las cepilladas antes de ir a dormir no eran las horas entre penes y fluidos varios, eran sus momentos de soledad, viéndose al espejo, cepillándose su largo cabello, reconociendo cómo su cara iba cambiando a medida que su mente y su sexualidad también lo hacían. Eran los momentos en los que reproducía en su cabeza los recuerdos del día para después dejarlos en las hojas de su diario. 

Melissa P, (2004) 100 Strokes of the Brush Before Bed, Black Cat, New York. 
Hay una película italiana homónima basada en el libro.