La masturbación es una
práctica indispensable para el buen desarrollo de nuestra salud sexual. Está
comprobado que quienes han prescindido de la auto-exploración durante su
infancia o juventud presentan muchas más dificultades en el desarrollo de las
vías nerviosas que transportan las sensaciones de nuestros genitales al
cerebro, el centro del placer.
La dopamina,
serotonina, norepirefrina y oxitocina, son las sustancias que producimos al sentirnos atraídos sexualmente por alguien y al excitarnos. Estas tienen que ver pues con las relaciones
personales y con las sensaciones del placer sexual.
Dichas sustancias se comunican por canales nerviosos. Entonces, la ausencia de
una práctica temprana que ejercite la producción y tránsito de estas sustancias con el tiempo
nos bloquea. Lo que impide que en la adultez una parte importante de la
población sexualmente activa pueda experimentar el orgasmo durante la
masturbación y, en otra proporción importante, durante el coito.
Además de la
cuestión meramente química, por decirlo de alguna manera, está también toda la
parafernalia ideológica alrededor de nuestro cuerpo y nuestro placer. De índole
religioso y moralista son los discursos que condenan la idea de darnos placer a partir de tomar posesión de nuestro propio cuerpo. Por siglos ha habido una tendencia a la disciplina y al control que ha querido convertirlo en parte del dominio público. Lamentablemente por épocas y sociedades se ha logrado.
A pesar de esto la masturbación masculina está socialmente más aceptada
que la femenina. Nuestra educación sexual ha sido dispareja. Mientras que a los
hombres se les anima a tener relaciones sexuales a temprana edad, "para
que vayan aprendiendo", a nosotras nos quieren vírgenes hasta el
matrimonio.
Esta iniquidad en el
trato, hace que en las mujeres surja y permanezca la idea de que “verse y
tocarse ahí” es sucio y reprobable.
Como dice Betty Dodson "por cada mujer pre-orgásmica, hay un
hombre pre-maduro que eyacula". No hay necesidad de explicar la historia
de esta discriminación, base de discursos e ideologías hegemónicas que
participan reproduciendo este sistema de dominación en decadencia.
Ignorar lo
que tenemos en medio de nuestras piernas sin duda tiene un efecto en la
relación y el control que tenemos en general con nosotras mismas. Dichas limitaciones
(no conocerse, no tocarse, no darse placer, no auto-explorarse) se expresan
cuando tenemos relaciones sexuales. En muchos de los casos el hecho de no
conocernos incide en que seamos incapaces de pedir y solicitar lo que nos
puede hacer sentir mejor en la cama. Esto forma un círculo vicioso que
reproduce una serie de frustraciones que muchas mujeres sienten al no tener una
vida sexual sana, completa y satisfactoria. No obstante la información que hay
disponible y la aparente apertura que hay para tratar estos temas, en mi
experiencia de hablar con mujeres de distintas edades y lugares me he dado
cuenta de que se sigue prescindiendo de la masturbación a pesar de sus probadas
virtudes.
Conocer las partes que constituyen nuestra vagina, identificar las
terminaciones nerviosas, las carnosidades sensibles y los músculos, forma parte
de un conocimiento necesario para vivir plenamente nuestra sexualidad. Hay que defender nuestro derecho a saber, a
conocernos y a darnos placer. La práctica de la masturbación es un rito
necesario de nuestra vida cotidiana, tengamos o no sexo de manera regular.
Hay
una cantidad considerable de libros que tratan este respecto. El libro de Betty
Dodson “Sex for One: The Joy of Selfloving” es su intento más notable para
desmontar de una vez por todas el “tabú” de la masturbación reivindicándola
como una necesaria y gozosa expresión de nuestra sexualidad.
¿Cómo nos masturbamos
las mujeres? Nosotras tenemos el privilegio
de contar con más de 15 maneras distintas para estimular nuestro clítoris,
masturbarnos y lograr no uno, ni dos, ni tres sino muchos orgasmos.
Video realizado por estudiantes de enfermería de la Universidad del Rey Juan Carlos
Además de ser hábiles
con los dedos, ¿qué más podemos hacer por nosotras para lograr de la masturbación una experiencia reconfortante y plena?
Expertas señalan que hay que seducirnos, así como seducimos a alguien. Debemos
primero que nada estar relajadas, seguras de que estamos cómodas con la
cantidad de luz, el lugar, la privacidad, el ruido externo y lo que estamos
escuchando. Poner música agradable y quizá tomar una bebida estimulante. Vestir
una lencería de nuestro agrado. También se sugiere imaginar, fantasear,
recordar, traer a la memoria un momento agradable con alguien y decir su nombre
o simplemente concentrarnos en nosotras mismas y decirnos cosas que nos
exciten. Usar algún juguete (un vibrador, una pluma suave que acaricie nuestra piel), ver o escuchar algún material que nos excite (una película, una revista).
Hablarnos “sucio”, decirnos lo que quizá nadie nos ha dicho, utilizar las palabras que, erróneamente, no nos permitimos usar con
nadie, dedicarle nuestro orgasmo a alguien que deseamos o dedicárnoslo a
nosotras. Vernos en un espejo para observar cómo cambia nuestro gesto en la
medida en que nos ponemos más calientes. Ver nuestra cara al momento de
venirnos.
La exitosa masturbación
femenina requiere práctica de un ejercicio consciente en el que alineemos
nuestra mente, nuestro espíritu y por supuesto nuestro cuerpo. Solicita de
nuestra imaginación, fantasía, gozo y concentración. Es como hacer una
radiografía de nuestro cuerpo para conocernos. Es además un acto de empoderamiento: nosotras -solas- también podemos darnos un inmenso placer.
Masturbarnos nos llevará a sentirlo todo desde ese pequeño músculo interno
de terminaciones nerviosas cuya energía mueve al mundo. Si lo que dice Woody Allen es cierto: "I am such a good lover because I practice a lot on my own", algo nos está faltando para ser las reinas de nuestras camas y de las camas ajenas.
Y tú ¿Ya te masturbaste hoy?