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De Liliya Khusainova: Alimentos transgénicos, los genocidas de nuestros días

La infertilidad se ha llegado a convertir en un problema catastrófico en nuestros días, que impacta cada vez a más parejas. Y esto tiene su explicación, rezan los resultados de varios estudios dedicados a los alimentos transgénicos. 

Uno de ellos es un estudio realizado por científicos rusos que demuestra que el principio fundamental de los alimentos modificados genéticamente, es la así llamada "prohibición de reproducción" para las futuras generaciones. 

La investigación reveló que, por ejemplo, la alimentación de hámsteres con soya genéticamente modificada provocó esterilidad completa después de dos o tres generaciones.  

En particular, se trata de las propiedades de alteración endocrina de glifosato que pueden causar problemas reproductivos: infertilidad, aborto involuntario, defectos de nacimiento y desarrollo sexual. Los fetos, los bebés y los niños son especialmente susceptibles: para el crecimiento y desarrollos óptimos es fundamental que su sistema hormonal funcione correctamente. 


Monsanto extermina a la población
Ahora el 90% de los productos genéticamente modificados pertenecen a la compañía estadounidense Monsanto. En su página web oficial la multinacional se declara como una empresa agrícola que tiene como objetivo ayudar a los agricultores a producir alimentos sanos y sin contaminación. Pero en el pasado la consigna de Monsanto era diferente: "Creamos una química que hace maravillas", lo que realmente refleja la esencia de sus actividades. Fundada en 1901, la corporación se posicionó como la mayor empresa química del siglo XX. 

Durante la Guerra de Vietnam Monsanto suministraba el arma química conocida como 'agente naranja' (herbicidas y defoliantes) para el Ejército de EE.UU., que ayudaba a rastrear y destruir a las tropas enemigas. Cientos de miles de hectáreas de bosques han sido destruidos, pero lo más importante es que unos dos millones de vietnamitas han sentido el efecto de esas sustancias. Las víctimas sufrieron deformaciones en la cabeza, se les caía el pelo y los dientes. Hasta ahora en las zonas de Vietnam donde se utilizaron dichas armas químicas se observa el más alto nivel de anomalías genéticas. 

Hoy en día el principal producto de Monsanto es el Roundup, un herbicida contra las malas hierbas. Muchos estudios científicos han demostrado que el Roundup es muy venenoso. Así, el profesor francés Robert Belle demostró que el herbicida provoca una división celular anormal y conduce al cáncer. 

Además, el nuevo estudio publicado en la revista 'The International Journal of Environmental Research and Public Health' reza que una enfermedad mortal de riñón, hasta ahora inexplicable, que está afectando a las regiones agrícolas pobres en todo el mundo, puede estar relacionada con el uso del herbicida Roundup de Monsanto en áreas con agua dura. 


"Mil millones de oro"
El promotor oficial de todo lo que está relacionado con los productos genéticamente modificados es la persona más rica del mundo, el fundador de Microsoft Bill Gates. Los últimos 10 años el filántropo se dedicó a la cuestión de la escasez de alimentos en África. La fundación de Bill y Melinda Gates suministra en varios Estados africanos sólo alimentos transgénicos, en particular, el arroz transgénico "de oro", que provoca la desaparición de los cilios en las trompas de Falopio, causando infertilidad. 

"Una gran cantidad de las semillas mejoradas utilizará técnicas de OMG con el tiempo, ya que se busca realmente una potente resistencia a la sequía, tolerancia a la sal  y otras cosas de esta índole", dijo Gates en una de sus recientes entrevistas.  

"Países de ingresos medios son los mayores usuarios de los OMG. Países como Brasil. Los pequeños agricultores han conseguido soja y algodón y cosas por el estilo. Pero emprendemos esfuerzos para que la agricultura africana alcance una alta productividad, que es alrededor de un tercio de la productividad del primer mundo en estos momentos", agregó. 

Se va a alcanzar una alta productividad, ¿pero qué va a pasar con la población? La reducción de la población del mundo y sobre todo en los países del tercer mundo, parece ser el objetivo principal de las actividades caritativas de Gates.  

Es un hecho ampliamente conocido que las élites occidentales están preocupadas por la escasez de recursos naturales. Hasta existen documentos oficiales en los que la población del planeta se divide en dos categorías, la principal: "mil millones de oro" y la subcategoría de los países en desarrollo, entre ellos Rusia. En total, son unos 5.000 millones de personas que deben ser exterminadas, consideran las élites mundiales. 

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La alimentación orgánica y local. Combatiendo la hegemonía del régimen mundial de comida

Las formas en que los humanos estamos accediendo a cumplir y saciar la necesidad básica y fisiológica de comer se están homogeneizando alrededor del mundo. Los alimentos llegan a supermercados (que –generalmente- pertenecen a cadenas corporativas –muchas veces transnacionales) desplazando a los distribuidores locales de comida quienes venden en mercados de barrio, en puestos itinerantes, tianguis o  en los llamados mercados “sobre-ruedas”. Generando lo que se conoce como “desiertos de comida” en los cuales la gente –especialmente de bajos recursos- tiene acceso restringido a comida fresca, nutritiva y saludable.

En los centros urbanos la vida acelerada promueve la implementación de prácticas alimenticias en las que predomina el consumo de comida rápida y de alimentos preparados y enlatados. Así, en el ámbito de lo local, los hábitos alimenticios que se están promoviendo expresan una desconexión entre los consumidores y los productores de alimentos.



Esto se relaciona a la circulación internacional de productos alimenticios como mercancías, a la expansión transnacional de corporaciones dedicadas a los alimentos y  a la gobernanza global sobre los alimentos y su política. Además las prácticas y discursos de este régimen trascienden estos aspectos globales afectando la diversidad cultural, los derechos ciudadanos y la biodiversidad como una forma alternativa de práctica sustentable.

Tomando en cuenta que los productores y consumidores son sujetos que se movilizan y concientizan, se puede entender el surgimiento de un modelo alternativo concentrado en el nivel local que apunta a construir cierto tipo de resistencia a la hegemonía del “régimen mundial de comida” (Harriet Friedmann, dixit): la opción por los productos orgánicos y locales.

En esta alternativa –que se encuentra en distintas partes del mundo- se cuentan productores independientes o que participan de organizaciones, asociaciones, redes de trabajo, cooperativas o colectivos que impulsan proyectos productivos a pequeña o mediana escala, prescindiendo de fertilizantes y pesticidas químicos, combatiendo el monocultivo, haciendo uso de técnicas que combinan innovación sustentable con conocimiento local y tradicional. Sus alimentos son, independientemente de la certificación, los que se han socializado como productos orgánicos. En ocasiones esta cadena incluye distribuidores encargados de hacer posible el acceso a estos productos y son el único intermediario entre los productores y los consumidores.



Estos últimos expresan más claramente los cambios en los hábitos alimenticios. Preocupados por su bienestar, conscientes de los efectos a la salud que tienen los productos procesados, sensibles a la situación de los productores locales, y preocupados por apoyar las economías locales, buscan acceder a una alimentación más sana comprando en tianguis y tiendas establecidas que ofrecen los productos locales, más sanos y cercanos.

Estos sistemas locales de comida derivan de privilegiar el conocimiento local sobre las prácticas homogéneas contribuyendo a generar capital social (entendido esto como formas comunitarias de participación, solidaridad y la implementación de una serie de valores que apuntan hacia el bien común) y capital público (entendido como el acceso al uso comunitario de la tierra, apoyo local a los sistemas de comida y sus economías).

Esto representa un proceso contrario a la política global de producción y consumo de comida. Alrededor del mundo testificamos la conformación de un movimiento constituido por sujetos preocupados por la seguridad y soberanía alimentarias.

Si entendemos que la comida es un “hecho social altamente condensado” (Arjun Appadurai, dixit) y un potente vehículo para examinar cambios en los ámbitos económicos, políticos, demográficos, culturales y ambientales, la alimentación que incluye productos orgánicos y locales, trascendiendo la tendencia o moda, está manifestando la preocupación social que surge por los procedimientos de producción industrializada y masificada de alimentos, la hábitos de consumo estandarizado, los cambios de dietas y la escasez de alimentos.

Por ello promover la opción por lo orgánico y lo local contribuirá a una re-valoración y transmisión de saberes locales, a re-establecer las relaciones campo-ciudad, a reconstruir el tejido social fomentando prácticas de apoyo mutuo y solidaridad, mejorar las economías locales y diversificarlas, crear una relación distinta entre los humanos y la naturaleza, y promover una política sensible a los problemas de salud pública, al deterioro del medio ambiente y a los efectos adversos que el régimen mundial de comida tiene sobre nuestras vidas. 

Texto publicado originalmente en El Jolgorio Cultural, Oaxaca