sábado

Neugrüns Köche en Berlín: nueva cocina alemana

En el mundo los alemanes tienen fama de comer mal y la comida alemena no goza de buena reputación.
En comparación con otras cocinas vecinas, como la italiana o la francesa hegemónicas cocinas en Europa, generalmente sale mal parada. Pero me parece que de un tiempo para acá hay que reconsiderar la comida alemana y ubicarla en un lugar especial dentro de la comida europea.
Es el desconocimiento, por no decir ignorancia, lo que hace a la gente pensar que en Alemania se comen únicamente salchichas, ensaladas de papas y coles. Alimentos que si están en la dieta de ese país pero junto a platos más elaborados como el kaesespaetzle o el wildscheinbraten.
Pero como sucede desde hace mucho en ciertas cocinas del mundo (que se innovan), en la cocina alemana hay también buenos resultados cuando se apuesta por la experimentación y la variedad.
Ingredientes tradicionales e importados se combinan con nuevas formas de cocción y presentación abriendo un abanico de opciones en platos de jabalí, venado, ganso y pato con castañas, coles, papas y quesos.
Cuando se es primerizo en cierto tipo de cocina, el desconocimiento puede ser excitante pero también provocar confusión. Por eso la opción del Neugrüns Köche en Berlín, con chef de ascendencia noruega, me parece una sitio buenísimo para empezar a conocer esta comida alemana, que se podría llamar nueva.
Con recetas de Schwaben y Bavaria, regiones de donde llega la mejor comida alemana, el restaurante ubicado en el barrio de Prenzlauer Berg vale la visita. La onda del lugar es ofrecer dos menús completos de cuatro tiempos (40 euros). Un menú está inspirado más en la cocina mediterránea y el otro es regional. Es posible comer unicamente dos o tres tiempos (28,50-36,50 euros respectivamente) o el plato fuerte (20 euros). Yo que iba en compañía de un buen comedor y además moría de hambre pedí el menú completo. No se pierde mucho tiempo pensando en combinaciones ni hay cantidad de opciones para escoger.

De entrada nos dieron Rote Beete Carpaccio mit Leber und Herz vom Damhirsh und Wildkräutersalat, o sea un carpaccio de betabel con hígado y corazón de venado pequeño y una mezcla de distintas lechugas aderezadas y nueces. Yo no soy afecta a las vísceras. Pero bien cocinadas y bien combinadas, como en esta ensalada tuve que probarlas. Le pasé a mi acompañante un pedazo de corazón. Me siguen pareciendo, las vísceras, de un sabor muy intenso, apropiado para paladares más exquisitos que el mío. No sé si el problema es la víscera misma o el animal (en este caso un pequeño bambi) destazado lo que me inhibe las papilas gustativas. El hígado sin embargo lo comí con gusto pues las verduras crudas le combinaban muy bien.


La sopa fue una grata sorpresa. De apio y cebolla hecha con caldo de pescado, a un lado tenía una brocheta pequeña de Poulard (no encontré una traducción al español) marinado, crudo y relleno de cebollita de cambray y pepinillos en vinagre. Para comerlo había que picar el pescado muy finamente y comerlo junto con la sopa. Una combinación sútil y deliciosa.

El plato fuerte se llevó la noche. Así literalmente se la llevó porque por esperarlo se nos hicieron casi las 10 de la noche y habíamos llegado a las 8. Pero valió la espera. Entonces nos pusieron enfrente un estofado de carne de venado (término medio), con Pfifferlingen, una especie de hongos típicamente alemanes de cabeza chica, tronco delgados y tamaño pequeño que contrastan con su intenso sabor. El estofado estaba mojado en la salsa de su propia cocción y acompañado de un strudel de col blanca, maravilloso.


El último tiempo fue dulce. Era una manzana rellena rodeada de una pasta hojaldrada acanelada y horneada que se acompañaba de un Schokoladen-Maronenparfait. Del francés parfait, la palabra refiere a un postre helado, que en este caso era de chocolate con un tipo de nuez (la Maronen).

Para mi sorpresa las recomendaciones del chef en cuestión de vinos no incluían vinos alemanes. Me quedé con ganas de tomarme un Riesling, pero la comida ameritaba un tinto. Así que nos decidimos por un ensamble francés de cinco uvas de la región de Côtes de Rhône, Le Chȇne Noir, 2007. Complicado por la mezcla de uvas pero absolutamente disfrutable.

La próxima vez que alguien me diga que no existe la cocina alemana, voy a canalizar a dicho blasfemo al Neugrüns Köche para su pronto arrepentimiento. Y la próxima vez que vaya a Berlín lo visitaré de nuevo y con mucho gusto.
Si andas por Berlín dale una oportunidad, lugar ideal para citas romáticas, celebraciones especiales o reencuentros amistosos: