domingo

El día que me fui...

El día que me fui empezó anticipado. Creo que desperté a las 5.47 de la mañana cuando el sol aún se escondía detrás de una intensa oscuridad.

Desayuné temprano. Un jugo de naranja fresco que hice en el piso de abajo para no hacer ruido con el aparato que exprime naranjas.

Estaba un ser dormido en una habitación cercana.

Ese día, el día que me fui, acompañé el jugo con un plato de fruta picada. Mango, papaya y melón.
Me bebí un té verde.

Después salí de esa casa y me encontré con una amiga que se bebió su café escuchando mis pesares.
Ambas pedimos un lassy de mango y un bagel con queso crema y mermelada.
Café y más café orgánico y bien tostado.
Recibí un collar con iconos mayas y una pieza de jade.
Regalo de despedida de la tierra del sur.

Al volver a casa, terminé de guardar lo indispensable, cerré maletas, comí los restos de una sopa de verduras, me despedí de un perro y una gata. Me tomé media botella de vino y la otra la guardé en mi bolsa para el viaje. Cerré la casa y a las 5 de la tarde dejé atrás un bosque.

Me subí a un autobus y cuando este empezó a avanzar solté un nudo que tenía en la garganta y que se convirtió en lágrimas que mojaron todo mi rostro. Lloré pensando en lo que estaba haciendo, en el futuro por venir, lloré por lo que he logrado a pesar de todo, por lo que aún me queda por hacer, lloré por el pequeño mundo que tenía y estaba dejando pero también porque el mundo es muy grande y está esperando mi presencia.

Toqué el collar en mi cuello. Me tapé los oídos con una canción y admiré un paisaje de montaña y nubes espectaculares que me recordaron que detrás de mi, atadas a mi espalda hay un par de alas con las que siempre he volado.
Me bebí el resto del vino y pronto se me cayeron los parpados sobre los ojos.

Cuando desperté estaba en otra ciudad. Con dos maletas y dos bolsas. En una tenía un recipiente de fruta picada y una botella con jugo de naranja.

Antes de bajarme del autobus ingerí mis alimentos. Es decir el día que llegué mi desayuno fue el mismo que el día que me fui.

Hay cosas que no cambian, pero hay otras que deben cambiar.