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¿Por qué nos gusta Don Draper?

Don Draper es el director creativo y socio de la agencia de publicidad Sterling Cooper Draper Pryce. Un hombre que estará rozando los 40 años. Se divorció de Betty Francis cuando ésta se enteró de que él había tenido un romance con Bobbie Barett y de que Don no era quien decía ser. Bien por Betty quien no se enteró de la relación que Don tuvo con Midge Daniels, una artista a quien visitaba con regularidad, de la que tuvo con Rachel Menken, una clienta judía y muy adinerada, o la que tuvo con la mismísima profesora de su hija Sally, Suzanne Farell. Todas mujeres guapas, de diferentes estilos que a su manera particular se pusieron a los pies del señor y también se pusieron en otras partes de su cuerpo.

Don es un Don Juan y eso lo saben todas las mujeres que lo rodean, y sin embargo lo rodean. Pero ¿quién soportaría un hombre así? Uno que en ocasiones humilla a sus subordinadas de la agencia y que siempre engañó a su esposa, que se lleva a la cama a cualquier mujer guapa que se le acerca y que además ha usurpado la identidad de otro hombre por mucho tiempo.

No, Don no nos gusta por eso. Pero nos gusta.

Desde que lo conocimos en 2007, Don se ha ido revelando como una cebolla de múltiples capas, o como un laberinto hecho de espejos. A la vez que se van descubriendo cada una de las capas, él se ha ido sumergiendo en un proceso de reflexión especialmente después de su divorcio.

Irónico, cínico, infiel, machista y a veces soberbio es la parte que contrasta con la bondad que expresa al preocuparse por la mujer del hombre (muerto) a quien le tomó prestado el nombre, con la lealtad que le expresa a Peggy Olson, ahora redactora de la agencia quien inicio en ésta como su secretaria, con el agradecimiento velado (de 50 mil dólares) que, para salvar su participación en la agencia, le ofrece a Pete Campbell, el único colega que conoce su verdadera identidad, con la ayuda, sin ningún juicio, que le da a Midge Daniels (ahora su ex amante) comprándole un cuadro para que ella pueda conseguirse su dosis de heroína.

Actos que no se contraponen unos a otros, que nos muestran que Don es más que una cara guapa y el aspecto impecable de sus camisas blancas guardadas en el cajón de su escritorio, que el comportamiento soez que en ocasiones tiene y su afición a la bebida no es lo único que lo hace ser quien es, que puede haber compasión, caridad y amor en medio de la desfachatez. Por eso no nos sorprendió su "affaire" con Megan Calvet, pues es la secretaria número X con la que se acostó. Sin embargo descubrirlo enamorado proponiéndole matrimonio fue un evento inesperado. ¿Cuánto tardará en enredarse con otra mujer? ¿podemos esperar que Don dejé de ser una parte importante de lo que es sólo porque está enamorado?

Por eso nos gusta Don Draper porque cada vez que lo vemos nos descubre un secreto de su pasado, un aspecto de su personalidad. Y nos gusta porque además, sería estúpido negarlo, no está para resistirse demasiado. Sin embargo no es mi tipo de hombre y opino que el sombrero se le ve fatal. Pero sabemos, porque las mujeres que ya lo conocieron lo comentan, que es una fiera en la cama, por eso Bobbie Barett terminó tan mal, Betty, miss perfecta, seguramente lo sigue extrañando y Faye Miller se vengará de él proximamente. Yo tampoco me pondría los moños. Don ha mostrado que se necesita algo más que ser cabrón para ser un gran cabrón.

Dicen que detrás de un gran hombre hay una gran mujer, Don va dejando varias atrás, pues no es su debilidad por las mujeres su mayor debilidad. Mr. Draper es un personaje que se ha hecho así mismo.


Don Draper en la serie Madmen (transmitida en AMC)